Nacionales Politica

La partidocracia corrupta

Written by Debate Plural

I

(Editorial Listin, 21-4-17)

Las delaciones de los ejecutivos de Odebrecht sobre los financiamientos a partidos y líderes políticos brasileños, y de otras partes del mundo, han puesto al desnudo la falsía de una partidocracia corrupta que ha pretendido erigirse en redentora de los pueblos que gobiernan, no importa el signo ideológico bajo el cual se escudan.

Las revelaciones han permitido establecer que, en Brasil, todos los políticos reclamaban y exigían parte del pastel de coimas que la Odebrecht, astutamente, al igual que otras empresas, repartía “generosamente” entre ellos, a costa de sus ulteriores favores para abrirles el paso a sus negocios, tanto en América Latina como en otras partes del mundo.

Ahora ninguno de esos líderes, los más insignificantes o aquellos que fueron exaltados como paradigmas de las ideas más nobles, los soldados de las mejores causas del pueblo, los magos de la economía y padres del bienestar humano, aceptan rasgarse las vestiduras, ya manchadas por el lodo de la concupiscencia y las exacciones de los dineros públicos, admitiendo que recibieron esos recursos.

 

II

(Editorial Listin, 16-2-16)

En el manejo de los millonarios fondos que les da el Estado, los partidos políticos gozan de una ventaja que no tienen otras instituciones beneficiadas con recursos públicos: el derecho a la opacidad en algunos de sus gastos.

Las auditorías de la Cámara de Cuentas al manejo de esos fondos reflejan a menudo falta de rigor en la calidad del gasto y relajo en la observación y respeto a las buenas normas de la administración financiera.

Pero, si se las saltan, nada ocurre, pues la maquinaria partidaria enquistada en los poderes del Estado ha logrado que, en esta materia, el olisqueo de los auditores a los fondos que provienen del Estado, o de fuentes privadas, sea extremadamente limitado.

En verdad, el poco rigor en el manejo del dinero no es lo más grave. Lo grave es que buena parte de esos fondos se despilfarra en cuestiones que no reportan ninguna utilidad sustancial para dos pilares del sistema político: la fortaleza institucional de los partidos y la educación y formación de los ciudadanos en deberes y derechos y en el conocimiento de las esencias democráticas.

Un rápido repaso del uso de esos fondos descubre cuantiosos “gastos operacionales” que no son más que el oxígeno que reciben sus militantes o sus dirigentes para mantenerse activos, en mítines, desfiles y viáticos, o para atraer a oportunistas que abejonean donde creen que están las mieles del poder.

Es un despilfarro legalizado, permitido, al que es difícil (y lo será por muchos años) poner control. La prueba es que las auditorías en curso se refieren a gastos de hace un cuatrienio o más, pero no existen consecuencias si, al final, se detectan manejos irregulares.

Los partidos siempre recibirán fondos no más presentar un estado de ingresos y gastos. ¿En qué los invertirán? Ya eso no parece importar, porque la fiscalización no es rigurosa ni sistemática, y los procesos electorales siempre dejan amplias opacidades que nadie se ocupa, más tarde, de desvelarlas.

La gran ironía de todo esto es que ahora, en medio de la recién iniciada campaña electoral, se levantan voces que piden no usar recursos del Estado en ese proselitismo, pasando por alto que las subvenciones legales de fondos salen del erario nacional, al igual que los que se destinan a los presupuestos del Congreso, los ayuntamientos y los ministerios, y que bajo múltiples nubes se cuelan en el financiamiento de la competencia electoral.

En esta materia, puede hablarse de una práctica compartida a la que difícilmente renunciarán los partidos. Puede decirse que, como ninguno ha estado exento, difícil será que aparezca alguien que pueda ser capaz de tirar la primera piedra para estigmatizar al pecador.

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1 Comment

  • La composición social del pueblo dominicano.- Es obligado que los sociólogos dominicanos se integren alrededor de una sola mesa de discusión y debates a los fines de centrar sus conocimientos y análisis en la cambiante naturaleza de la composición social de este pueblo que ya no es el mismo de hace 60 años ni lo será, mucho menos, dentro de otros 60 años. El paso de 2 generaciones es suficiente espera para sujetar los análisis a un dilatado estudio de las realidades cambiantes al margen de los deseos individuales de imponer criterios preconcebidos como si estos estuvieran enlatados para servirlos a determinados grupos de consumidores. La responsabilidad de los sociólogos parece no estar claramente definida por sus actuaciones y elaboración de soluciones posibles debido a que estos hacen su trabajo de modo solitario y disperso. Es mucho más efectiva una visión de conjunto y realista al margen de todo corte político o partidista. 11.05.2017

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