Cultura Sociedad

Nigua a ritmo de Son

Written by Debate Plural
Mayelin Francisco (Listin, 11-10-15)

Durante la década de los 70 hasta los 90, el son logró colocarse en un lugar importante en República Dominicana. Veinticinco años después este género musical continúa impregnado en los corazones de los dominicanos que vivieron la época de oro de este ritmo, que es identidad cultural.

Con el sonido del güiro, las maracas, el tres cubano, la trompeta y otros instrumentos musicales, las personas que bailan el ritmo se remontan a aquellos años y dejan fluir su alegría contagiosa.

Reconocer a un sonero es fácil: su boina por lo general blanca, pantalones de tela y zapatos de charol que siempre lucen impecables los delatan adondequiera que van.

Anastasio Peguero (Gogó) empezó a sentir pasión por el son cuando apenas tenía 16 años de edad; desde entonces han transcurrido 56 años y mantiene aun la misma energía al bailar aquel sonido tan popular.

Gogó desborda la alegría que le provoca el baile de este ritmo en los encuentros soneros que se realizan quincenalmente en la Playita de Nigua, provincia San Cristóbal, encuentros en los que se puede disfrutar música en vivo.

Peguero no solo baila son, sino que conoce bien la evolución y los intérpretes que por años llenaron de gozo al pueblo dominicano.

De acuerdo con el alegre bailarín de son, el Sexteto Habanero y el  Sexteto Borinquen fueron los  más famosos de la época, en cuanto a grupos integrados por seis personas. Posteriormente se quedaron con la fama el Cuarteto Caney, originario de Cuba, y el Cuarteto de Antonio Machi, estos con un ritmo un poco más movido.

En el país, el primer son que se grabó estuvo a cargo del Grupo de los 20, del cual Eduardo Brito, quien es considerado cantante nacional, fue el vocalista. Posteriormente, en los años 50, surgió Cuco Valoy.

La habilidad de Gogó de bailar son le ha traído dulces experiencias, entre las que destaca  las “relaciones sociales” que ha hecho durante el trayecto de su vida.

“En una ocasión que me encontraba en el Monumento del Son tuve la oportunidad de bailar con Zoila Luna”, cuenta el veterano hombre, orgulloso y entre risas.

El hombre, quien actualmente tiene 72 años, ha visto cómo la música que le hacía moverse tan pronto la escuchaba ha ido “pasando de moda”.

Asegura que ha hecho innumerables esfuerzos para tratar de mantener vivo el ritmo que tanto le apasiona.

“Inicialmente realizábamos reuniones semanales en la terraza de mi casa junto a otros soneros y el locutor Chino Méndez, quien se ha integrado a las actividades de manera desinteresada, pero esas reuniones mermaron por la falta de recursos”, explica Gogó.

Más tarde las reuniones que se hacían semanalmente tuvieron que ser pospuestas y pasaron a organizarlas de manera quincenal. Esto les ha permitido un mejor manejo y mayor asistencia.

Las reuniones quincenales son realizadas en la Playita de Nigua, San Cristóbal, y allí asisten personas de todas las edades, de todas partes, incluso turistas.

((Herencia musical

Los Nuevos Soneros de Haina

Este ritmo tan contagioso, además de tener bailarines que se aferran al sonar del güiro y la trompeta con facilidad, también tiene dignos expositoresÖ Los Nuevos Soneros de Haina es una agrupación que se presenta quincenalmente en la referida playa.

Aquellos encuentros son fuera de lo común. Quienes asisten califican la experiencia como “única” y no se pierden la oportunidad de revivir aquellos años en los que se disfrutaba de una música que no profería insultos a las mujeres ni provocaba ningún tipo de agresividad entre sus oyentes.

Su director, Enrique Francisco (Bombillo), canta son desde 1996, y 19 años después es el líder de la agrupación que heredó de su hermano, Chichí La Salsa.

En los tiempos en que la agrupación pertenecía al fenecido Chichí era conocida como los Soneros de Haina. Tras su muerte pasa a llamarse Los Nuevos Soneros de Haina.

A Los Nuevos Soneros los une el amor por el son. Sus presentaciones no tienen un costo monetario, las realizan más bien por amor al arte.

La edad de sus integrantes oscila entre 65 y 91 años, algunos de ellos son motoristas, otros zapateros y otros disfrutan de una pequeña pensión.

Bombillo cuenta que asistir a las actividades lo llena de alegría.

“Antes de subir a cantar yo saludo a todas las personas que nos visitan. Eso me hace feliz”, dice.

Asegura que el sonero no se hace, sino que nace al poner como ejemplo su caso. “Yo tengo el son en la sangre, esto me encanta”, cuenta el hombre sonriente.

¿Desfasado?

Tanto Bombillo como Gogó conocen el factor que ha influido para que el son sea desconocido en la actualidad para cientos de jóvenes: la degeneración de la sociedad y la falta de inversión por parte de los dueños de disqueras.

Debido al pasar de los años y el auge de otros ritmos, ha perdido seguidores, pero la llama sonera sigue encendida y representada por este grupo de hombres que aman y han hecho del ritmo parte de su vida.

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