Nacionales Politica

Vicisitudes de Volman

Written by Debate Plural

José del Castillo (D. Libre, 22-4-17) 

 

En un reporte confidencial al Departamento de Estado, fechado 27 de junio de 1973, el embajador americano en Santo Domingo, Francis E. Meloy Junior, daba cuenta de una “extensa discusión” sostenida con el presidente Balaguer, en relación al extrañamiento del controversial ciudadano americano de origen rumano Sacha Volman. Reclamando ante el mandatario el levantamiento del impedimento de entrada que pesaba sobre él. Al momento de su deportación, Volman laboraba en la minera Falconbridge, en Bonao, como asesor laboral y en cooperativas (Coofalcondo).

Con presencia gravitante en el país desde el inicio de la transición en junio del 61 tras la liquidación de Trujillo, Volman negoció con Balaguer la llegada de la avanzada del PRD encabezada por Miolán, Silfa y Castillo, cuya organización nacional ayudó a estructurar. Bajo Bosch desempeñó un rol de primer orden en apoyo al experimento de reformas democráticas, tanto en entrenamientos de cuadros políticos, campesinos y sindicales –incluyendo los legisladores electos el 20 D del 62-, como en la operación de una oficina técnica de planeamiento integrada por expertos internacionales. Fungiría como enlace entre el presidente y el embajador Martin.

Antes, junto a José Figueres, ensambló en Costa Rica el Instituto de Formación Política, destinado a educar a jóvenes líderes de la región. En adición, lanzó un vigoroso plan de publicaciones de manuales de educación política, económica y sociológica, junto a la revista Panoramas dirigida por Víctor Alba, que nucleó prestigiosas firmas. En esa etapa lo conocí, asistido por el joven cubano Roberto Fernández, en compañía de mi condiscípulo de secundaria Pedro Julio Santiago.

Tras el golpe de Estado del 63 Sacha fue deportado acusado de “comunista”. En el exilio, acompañó a Bosch en los esfuerzos por convencer a Washington que rectificara su política conservadora hacia el nuestro y otros países de la región. En el 65 se reactivaría durante la revuelta armada, la guerra civil, la intervención norteamericana y las negociaciones que sellaron el conflicto. Para las elecciones del 66 estuvo al lado de Bosch y contribuyó –en una operación ejecutada con Roberto Fernández- a la relocalización de militares constitucionalistas en Puerto Rico y Nueva York, con la facilitación de visado, alojamiento y empleo. A principios del 67 ascendimos juntos las escalinatas del Palacio Nacional. El visitaría al coronel Nivar Seijas y yo al pariente Alfredo Mere Márquez. Luego coincidiríamos en múltiples ocasiones.

Por su parte Meloy, un diplomático de carrera nacido en Washington, resaltaba entre quienes lo trataron por su perfil afable y profesional. Durante la II Guerra Mundial sirvió en la Marina por cuatro años en inteligencia naval como oficial. Estuvo en el país entre julio del 69 y agosto del 73, tocándole lidiar con la primera reelección de Balaguer, el secuestro del coronel Crowley, el cerco a los Palmeros, la crisis de Caracoles, el asesinato de García Castro, la clandestinidad de Bosch. Pasó a Guatemala en iguales funciones entre 1974-76. A sólo semanas de arribar a Beirut como embajador, fue asesinado el 16 de junio de 1976, secuestrado por un comando en ruta a presentar credenciales al presidente cristiano Elías Sarkis.

En un reporte confidencial al Departamento de Estado, fechado 27 de junio de 1973, el embajador americano en Santo Domingo, Francis E. Meloy Junior, daba cuenta de una “extensa discusión” sostenida con el presidente Balaguer, en relación al extrañamiento del controversial ciudadano americano de origen rumano Sacha Volman. Reclamando ante el mandatario el levantamiento del impedimento de entrada que pesaba sobre él. Al momento de su deportación, Volman laboraba en la minera Falconbridge, en Bonao, como asesor laboral y en cooperativas (Coofalcondo).

Con presencia gravitante en el país desde el inicio de la transición en junio del 61 tras la liquidación de Trujillo, Volman negoció con Balaguer la llegada de la avanzada del PRD encabezada por Miolán, Silfa y Castillo, cuya organización nacional ayudó a estructurar. Bajo Bosch desempeñó un rol de primer orden en apoyo al experimento de reformas democráticas, tanto en entrenamientos de cuadros políticos, campesinos y sindicales –incluyendo los legisladores electos el 20 D del 62-, como en la operación de una oficina técnica de planeamiento integrada por expertos internacionales. Fungiría como enlace entre el presidente y el embajador Martin.

Antes, junto a José Figueres, ensambló en Costa Rica el Instituto de Formación Política, destinado a educar a jóvenes líderes de la región. En adición, lanzó un vigoroso plan de publicaciones de manuales de educación política, económica y sociológica, junto a la revista Panoramas dirigida por Víctor Alba, que nucleó prestigiosas firmas. En esa etapa lo conocí, asistido por el joven cubano Roberto Fernández, en compañía de mi condiscípulo de secundaria Pedro Julio Santiago.

Tras el golpe de Estado del 63 Sacha fue deportado acusado de “comunista”. En el exilio, acompañó a Bosch en los esfuerzos por convencer a Washington que rectificara su política conservadora hacia el nuestro y otros países de la región. En el 65 se reactivaría durante la revuelta armada, la guerra civil, la intervención norteamericana y las negociaciones que sellaron el conflicto. Para las elecciones del 66 estuvo al lado de Bosch y contribuyó –en una operación ejecutada con Roberto Fernández- a la relocalización de militares constitucionalistas en Puerto Rico y Nueva York, con la facilitación de visado, alojamiento y empleo. A principios del 67 ascendimos juntos las escalinatas del Palacio Nacional. El visitaría al coronel Nivar Seijas y yo al pariente Alfredo Mere Márquez. Luego coincidiríamos en múltiples ocasiones.

Por su parte Meloy, un diplomático de carrera nacido en Washington, resaltaba entre quienes lo trataron por su perfil afable y profesional. Durante la II Guerra Mundial sirvió en la Marina por cuatro años en inteligencia naval como oficial. Estuvo en el país entre julio del 69 y agosto del 73, tocándole lidiar con la primera reelección de Balaguer, el secuestro del coronel Crowley, el cerco a los Palmeros, la crisis de Caracoles, el asesinato de García Castro, la clandestinidad de Bosch. Pasó a Guatemala en iguales funciones entre 1974-76. A sólo semanas de arribar a Beirut como embajador, fue asesinado el 16 de junio de 1976, secuestrado por un comando en ruta a presentar credenciales al presidente cristiano Elías Sarkis.

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