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La epidemia de los homicidios suicidios pasionales

Written by Debate Plural
H. Dotel Matos (D. Libre, 27-10-11)
En lenguaje ordinario, el crimen pasional es el crimen por amor; es ese género de crimen que goza «como resultado de un perjuicio sentimental y romántico», de un prestigio especial que da origen a «muchos descargos escandalosos en nuestros tribunales» y hasta, después de una condena, las simpatías de ciertos miembros de comités de patronato o del personal que equivale «a un psicoanálisis público». Regularmente, el público distingue dos géneros de crímenes por amor: el primero, utilitario motivado por una pasión que no puede ser saciada sin crimen; el segundo, crimen de destrucción, resultante por un conflicto directamente sexual o relacionado con el amor sexual, que tiene una significación justiciera. Lombroso había hecho esta distinción. Con respecto del segundo genero de criminales pasionales, el mismo Lombroso escribe: «las pasiones que excitan esos criminales no son de las que surgen gradualmente en el organismo, como la avaricia y la ambición, sino de las que detonan a lo improvisto como el arrebato, el amor platónico o filial, el honor ofendido».

Ferri siguió a Lombroso en esas apreciaciones generosas. El criminólogo belga Jean Constant recuerda la palabra de Otelo después de su homicidio: «Diga, si usted quiere, que yo soy un asesino, pero por honor».

Evidentemente, el proceso que conlleva al crimen pasional en el sentido estricto es muy distinto del que conduce al crimen utilitario; mientras que en el utilitario se trata de reconstruir su vida, de volver hacia un nuevo porvenir y de escapar de la justicia, en el crimen pasional, el individuo considera que su vida no tiene más sentido para él». Sin embargo, la literatura criminológica normal: en conclusión de un excelente estudio sobre el crimen pasional, el criminólogo Rabidnowiez estimó que el criminal pasional no actúa jamás por motivos altruistas ni tampoco es el amor que lo lleva al homicidio sino los sentimientos bajos y salvajes, el odio atroz, el egoísmo desenfrenado, el espíritu vil de la venganza». «Hubo tantas vidas como gotas de sangre, ruge Otelo, ellas no han bastado para quitar la sed de mil venganzas»

El criminólogo belga De Greeffha señalado igualmente que uno se hace terribles ilusiones sobre el criminal pasional. Si, de tiempo en tiempo, el carácter monstruoso de su conducta no parece manifiestamente, es ordinariamente como consecuencia de una hábil presentación de los hechos. En realidad, el promedio de los criminales llamados de amor son los individuos poco sugestivos desde el punto de vista moral e intelectual, merecen más conmiseración que odio. Los mismos forman ordinariamente parte de ese grupo numeroso de fulanos sin dignidad y sin nobleza, que no pueden ni perdonar, ni comprender. Lo más a menudo, son simplemente desequilibrados.

En el plano clínico, el mismo profesor De Greeff ha observado especialmente la existencia de dos procesos esenciales en el camino hacia el crimen pasional, adicionándose a los tres estadios principales. Primer proceso: el de la reducción. «Mientras que el conocimiento por el amor es básicamente valorizante, da al objeto amado un valor absoluto (cual que sea su valor intrínseco), porque él corresponde a la espera del instinto y suspende toda reacción agresiva a toda renuencia de defensa, el conocimiento que corresponde al instinto de defensa es reductora, y lleva el objeto a un embebecimiento responsable. A medida que un conflicto entre dos amantes se profundiza, el amado pierde la protección del amor, y el carácter sagrado que lo hacía casi invulnerable desaparece. El amante herido revaloriza ciertas cosas que habían sido abandonadas: su propio yo, su lustre, su dinero dado demasiado fácilmente.

El segundo proceso fundamenta: el proceso suicida. El amante abandonado empeora primeramente al amado por una especie de reflejo; el amado tiene un valor infinito, es inaccesible, la vida ha perdido toda significación y todo sabor. El suicidio puro y simple corresponde a este período. Pero si el suicidio no se ha realizado desde el principio, el amante abandonado observa que su desaparición será considerada únicamente como un buen negocio. Renuncia al suicidio, pero no encuentra sin embargo el apego a la vida y al porvenir. «Queda profundamente liberado y es bajo el signo de esa liberación que lo deja indiferente a su propia suerte que él se encamina hacia la idea criminal, con o sin suicidio subsiguiente». Sobre el plano de la prevención del crimen pasional, el profesor Proal ha analizado con notable erudición el problema del contagio del crimen y del suicidio pasional en la literatura. El escritor que más ha admirado el crimen pasional, es el novelista francés Henri-Marie Beyle, más conocido por el seudónimo de Stendhal. Este escritor, que despreciaba la humanidad y que trataba su padre de «villano malvado» cuando no le enviaba bastante dinero, profesaba para el crimen pasional la más viva admiración. Para él la meta de la vida es el placer; la dicha solo está en la satisfacción de las pasiones y «la energía» no se encuentra sino en «el crimen pasional».

Los autores de piezas de «teatro pasional» que han reivindicado el «derecho a la venganza», como Alejandro Dumas hijo, experimentan los mismos reproches del profesor Proal, que llama a los deberes de los escritores. El criminólogo De Greeff por su parte ha insistido sobre la importancia que conviene de encarar en la práctica a las primeras manifestaciones sociales, aun dóciles, que revelan el «estado peligroso» de un individuo que se precipita hacia el crimen pasional. «Ninguna profilaxis es concebible si determinados miembros de la magistratura y de la policía no arriban hasta observar este estado, de comprenderlo, de encontrarlo y sobre todo de buscarlo en ocasión de los contactos que el pre-criminal tiene casi fatalmente con ellos, cuando es la pre-víctima que viene a quejarse, como ocurrió ayer en la provincia de Moca, con una adolescente de 14 años y un joven de 18 a cumplir.

Será necesario enseñarle a no provocar, a detenerse a la «distancia crítica», pues si se acerca mucho el victimario pasará al ataque, pero si se aleja demasiado no le temerá. En los conflictos pasionales es una cuestión de apreciación de ese género que salva la vida a algunas personas y hace que otras vean estrellarse sobre ellas la desgracia inminente.

Pensamos que el ministerio público debe ser más diligente y expedito y nuestros doctos jueces, menos indulgentes.

El criminólogo Rabidnowiez estimó que

el criminal pasional no actúa jamás por

motivos altruistas, ni tampoco es el amor

que lo lleva al homicidio, sino los

sentimientos bajos y salvajes, el odio atroz,

el egoísmo desenfrenado, el espíritu vil

de la venganza

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