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Problemas de identidad tras el abuso

Written by Debate Plural
Marta Quéliz (Listin, 2-4-13)

 

La salud emocional de Juan (nombre ficticio) sobrevivió a las frustraciones que deja una violación sexual. Con apenas seis años, perdió a su madre. Su edad no le permitía comprender todo el dolor que implica quedar huérfano siendo tan pequeño.

+Mientras se acostumbra a vivir sin ella, el monstruo de la adversidad vuelve a visitarlo. Esta vez no con una toga como la que algunos suponemos viste la muerte. Llegó personificada en un tío que, disfrazado de manso corderito, se hizo cargo de su crianza y, con violencia, también de su inocencia. Hasta los 12 años el menor aguantó en silencio las amenazas, el maltrato y la humillación del hermano de su padre. Su progenitor esperaba su residencia en Estados Unidos.

Las terapias sicológicas a las que fue encaminado por una de sus tías, hermana de su madre, lo ayudaron lo suficiente como para que hoy sea un buen profesional, padre de dos niñas y esposo de una mujer, que, aun sabiendo su pasado, le ha brindado apoyo. Alfonso no corrió la misma suerte. La violación sexual que sufrió durante su niñez le llevó a inclinarse por la homosexualidad, como ocurre en muchos de estos casos. A los ocho años probó el amargo sabor del abuso. Un vecino y amigo íntimo de su familia se aprovechó de su inocencia.

Importante
LA AYUDA OPORTUNA
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“Como bien hemos visto., estos son solo dos casos que dejan claro que cuando se busca ayuda a tiempo las cosas pueden salir mejor. Si bien es cierto que la violación sexual perpetrada a un niño lo marca, podríamos decir que para siempre; también podemos asegurar que cuando se le dispensa la atención sicológica adecuada, la víctima tiene grandes posibilidades de superar los traumas dejados por el abuso”, sostiene la terapeuta familiar venezolana Karina Sambrano.

Problemas de identidad tras el abuso
“Cuando yo me entero de casos de adultos que fueron abusados sexualmente durante la niñez y los veo hacer una vida normal, de verdad que me quito el sombrero. Lo hago porque de inmediato pienso en su valentía de que a alguien se lo tuvo que haber dicho para que le ayudara o porque fue más fuerte que los traumas dejados o, más que todo, porque cuenta con una familia que lo apoyó a seguir hacia adelante. Entonces todo eso es valiosísimo y hay que felicitarlos”, opina la terapeuta familiar venezolana Karina Sambrano.

Considera que la mitad del problema se resuelve cuando los niños afectados hablan. Después que lo hacen, explica, “ya estamos listos para ayudarlos, primero con el apoyo familiar y luego con la ayuda de un profesional”.

Entiende que aunque los casos de abuso sexual perpetrado a niños de familias de escasos recursos son más ventilados que los sucedidos en la clase alta, todos los niños deben ser protegidos, vigilados y atendidos de igual manera para evitar estos acsos.

“Esto se da a todos los niveles, y a las pruebas me remito. Conozco casos que han sucedido en el seno de familias de buena holgura económica. Se dan de padres a hijos, de tíos, sobrinos y, en fin, de todas esas índoles. Es más, sabemos hasta de empleadas domésticas que abusan sexualmente de los niños”.

Insiste en que no se puede vivir de espaldas pensando en que nuestros hijos solo pueden ser abusados por hombres. “Hay mujeres que utilizan juegos sexuales y coqueteos con menores, inclusive, los inician a muy temprana edad en el sexo, y eso es abuso sexual”, puntualiza.

Testimonio de Juan
Cuando tenía 12 años, el joven decide contarle a su tía lo que estaba sucediendo. Con una seguridad digna de admirar, cuenta: “Un domingo le pedí a la esposa de esa persona (el victimario), que quería pasarme el día con mi tía que siempre me invitaba y no me dejaban ir. Me dio el permiso y la llamé. Un primo mío fue a buscarme y durante el trayecto me preguntaba que qué me pasaba que estaba tan serio”.

“¿Es que te tratan mal?”, fue la pregunta que, según Juan, le hacía constantemente. “Si tú quieres, quédate en mi casa. Yo voy a hablar con mi mamá”, relata el joven que le dijo su primo.

La oferta era muy tentadora. Quería salir de ese infierno, así que aprovechó y, dice, se armó de valor y le pidió a la tía que lo dejara durar un tiempo allá hasta que su padre volviera de Estados Unidos. “Muy amorosa como siempre, me respondió que sí, pero que por favor le contara qué me pasaba en esa casa, donde hasta lo que ella creía me trataban tan bien”.

Recuerda que se le hizo difícil comenzar el relato, pero después que dijo: “Mi tío me viola”, se llenó de fuerzas al ver el asombro y la rabia de su tía. “Ella me abrazaba y, llorando, me pedía que le dijera todo. Así lo hice. Claro, no puedo negar que tenía un gran temor a que ella le reclamara y él tomara represalia conmigo”, puntualiza mientras se pasea por su oficina como si estuviera contando un cuento o algo por estilo.

Le pidió que no le dijera nada a aquella persona que le había tronchado sus sueños de niño. “Pero ella no me hizo caso por completo. Cuando él llamó para ir buscarme, tía le dijo que me iba a quedar hasta el día siguiente. Él insistió en que no porque yo tenía clase. Ahí fue cuando ella le dijo ‘pero cuál clase, la de sexo que tú le das desde que él tenía seis años’. Ahí él colgó el teléfono y no fue a buscarme”.

Cuenta Juan que jamás volvió a llamar, pese a que ni sus pertenencias fue a buscar. “Hasta que un día la esposa llamó y preguntó por mí. Mi tía le contó lo que había pasado y ella estaba horrorizada. Un día fue a verme y me pidió perdón por no cuidarme debidamente. Se divorció de él y, después de eso, sólo la he visto un par de veces, pero el tema no se toca”.

Luego se enteró su padre, pero no pudo venir porque seguía esperando los papeles. Hoy en día el violador está enfermo y abandonado por toda la familia. “Sólo una hija se ocupa de él”, señala.

La tía no lo llevó a la justicia, como casi siempre ocurre. “Ella decidió dedicarse a mí por completo. Me llevó donde un especialista. Me ayudaron bastante, me hice profesional, conseguí trabajo y hoy estoy felizmente casado, con dos hijas hermosas, y todo se lo debo a ese ser maravilloso que Dios me mandó en sustitución de mi madre”, concluye satisfecho de su seguridad y preparación.

La historia de Alfonso
“La desgracia mía comenzó cuando yo tenía ocho años. Muchacho al fin, sentía curiosidad por ver una pecera que había en el patio de un vecino. Siempre iba y no pasaba nada, hasta que un día, esa persona me dice que entre para brindarme un refresco. No lo pensé dos veces. Feliz entré y ‘refresco adónde’. Cuando le pregunté que donde estaba lo que me había ofrecido, me dijo que estaba en la habitación que fuera a buscarlo con él”.

Así lo hizo, relata Alfonso. “Miro para todos los lados y nada. Vuelvo y le pregunto y es ahí cuando me dice ¥míralo aquí¥. Cuando miro, ¡Dios mío! Tenía el pene afuera”. Cuenta Alfonso que asustado se quedó mirándolo y que este le dijo: “Ven que es todo tuyo”. Con dos lágrimas que hacen brillar su grandes ojos, prosigue su relato: “Intenté salir corriendo, pero él me agarró y fue ahí cuando abusó de mí”. Cuenta el joven que después lo amenazó y le dijo: “Mucho cuidado con decir eso que después no te doy refresco y le cuento a tu papá que tú me mataste los peces”. “Después de eso, casi todos los días me llevaba para su casa dizque a ver los peces. Nunca olvidaré esa voz que ahora que soy adulto sé que era de una persona de malos sentimientos”.

Comenta Alfonso que lo que más le dolía era verlo comiendo en su casa y hablando con sus padres y con toda su familia como si nada hubiera pasado. “Yo le tenía terror y cuando me mandaban a buscar algo donde él me negaba hasta que un día mi mamá me preguntó que porque no quería ir. Ya yo tenía como unos 11 años, y le dije que no me gustaba ir a esa casa. Se lo creyó y no volvió a mandarme”.

Sin embargo, “cuando tenía como unos 14 años, un tío mío lo vio poniéndome la mano en mala forma y le reclamó. Yo me puse a llorar y tío me hizo contarle todo. Se armó un lío grandísimo y lo metieron preso, pero nada, ya el daño estaba hecho, aunque claro, no siguió haciéndolo”. Cuenta que eso lo marcó y nunca ha podido olvidarlo, como tampoco ha podido olvidar a una niña de su edad que estaba con él en el colegio y que decía era su novia. “Es la única emoción que he tenido como hombre. Hoy trabajo en un salón y actúo como si fuera una mujer en todos los sentidos, con respeto a todas las mujeres bellas que lean este artículo”, concluye Alfonso.

(+)
ALTA INCIDENCIA DE ESTOS CASOS

Aunque el abuso sexual contra menores se da a todos los niveles, la terapeuta Karina Sambrano dice que este tipo de caso se registra con mayor incidencia entre la clase más desposeída, ya sea por el hacinamiento en que vive la gente muy pobre, el ocio que a veces suele protagonizar el desenvolvimiento de esos lugares, y por la confianza que se dispensan entre sí los residentes. Por esa razón es que los gobiernos deben ofrecer siempre servicios sicológicos y terapéuticos a través de las instancias de Salud Pública y judicial a las víctimas de este tipo de abuso.

El rol de la sexología
El sexólogo José Fernando Rodríguez asegura que una violación es un episodio de dolor que no solo agrede física y mentalmente a la víctima, sino que puede marcarla para siempre. “En lo que a las violaciones a los varones de manera específica tiene que ver, puedo decir que el abuso sexual resulta ser muy traumático, no porque se trate de un hombre, sino porque vivimos en una sociedad donde se fomenta el machismo y se deja ver como que hay doble daño: la violación per se y la vulnerabilidad de la hombría”. Dice que hay que dejar claro que en lo que respecta a República Dominicana, “el lugar que nos compete”, en los últimos tiempos se han ventilado muchos casos de homosexualidad. “Y me atrevo a asegurar que algunos de ellos fueron abusados sexualmente cuando niños, pero quiero dejar clara una cosa, no se es homosexual por haber sido abusado, solo quiero explicar que muchos de los niños violados terminan teniendo preferencia sexual hacia el mismo sexo”.

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