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Mujeres dominicanas atormentadas: Leonor Feltz

Written by Debate Plural

Diogenes Cespedes (Hoy, 1-10-16)

 

Correspondencia  con Pedro Henríquez Ureña (1) 

Apenas doce cartas y todas tienen la impronta de una mujer atormentada y visionaria a la vez y, comparativamente aquejada, como Mercedes Mota, de un vacío grande, como si nadie pudiera llenarlo.

Que me atrevo a afirmar es la ausencia de una figura paterna, añadido a esto las vicisitudes y miserias económicas de una época preñada de incertidumbres políticas, destrucción de los sueños positivistas de Hostos y dos largas dictaduras cuyo acíbar debió beber (Lilís y Trujillo), más aquel tiempo de anarquía que prevaleció a las muertes violentas del primero y, posteriormente, de Ramón Cáceres; y, para remate de males, la primera ocupación militar norteamericana.

¿Quién fue esta mujer de apellido extranjero, sefardí “holandizado” o “germanizado” (¿idioma donde significa “feliz” o “afrancesado”, corruptela talvez de Phelps, y nombre de heroína trovadoresca? ¿Y su segundo apellido, materno?¿Por qué vino a parar a Santo Domingo, isla de los mil peligros? ¿Quiénes fueron sus padres? ¿A qué se dedicaba ella para cumplir los requisitos de Shylock? ¿Cómo entró al Instituto de Señoritas fundado por Salomé Ureña, donde se convirtió, por su inteligencia preclara, en su discípula favorita y una de las seis primeras maestras normales graduadas en ese establecimiento? ¿Cuáles fueron las relaciones educativas, literarias y políticas que cultivó? ¿Cuáles fueron sus amores y desamores? Estas y otras preguntas las responderé; otras, quizá, no tengan respuestas. Tanto Mercedes Mota como Leonor Feltz son un misterio que atrae como las sirenas de Ulises.

¿Influyó en su vida y la época que le tocó vivir el delito de ser mujer y, además el de inteligente y cultivada? ¿Qué opinión se forjaron de ella sus contemporáneos? ¿Los hombres? ¿Las mujeres?

Mi exalumna de Análisis de Textos de la Universidad estatal, y ahora profesora de ese centro, Mercedes García Siragusa se dedica a hurgar esa vida misteriosa de Leonor Feltz y, al leer mis crónicas sobre Mercedes Mota, se animó y me hizo llegar el resultado de su búsqueda en libros, periódicos y archivos y que compartiré con mis lectores, aparte de los que he encontrado y los que arrojan algunas cartas de los Henríquez-Ureña o de otros litorales. Quedo, pues, aquí agradecido del envío de Merche y citaré, en cada caso, los datos de su cosecha.

Despejar el origen histórico y genealógico de Leonor María Dámasa Feltz (Leonor Feltz con la mayor simplicidad) y posiblemente Madrillet o Magrillet el segundo apellido materno, que quizá resulte Martillé para los amigos del Instituto Dominicano de Genealogía cuando trabajen el árbol de Leonor, su hermana Clementina y su madre y nos iluminen con respecto a quién fue el padre. De cuáles tierras lejanas vinieron, es tarea urgente para nuestra república de las letras.

La profesora García Siragusa señala ese largo nombre para la mentora del joven PHU y que de ahora en adelante la llamaremos como hicieron todos en aquel XIX finisecular: Leonor Feltz. Según mi exalumna, el infatigable Julio Jaime Julia dedica en su libro “Haz de luces” un capitulillo a la eminente maestra y dice que ella nació en Santo Domingo el 11 de diciembre de 1870, texto de don Jaime que leí para ubicar su viaje a Puerto Plata en aquel tiempo políticamente borrascoso nada menos que a enseñarles francés a las hijas de Maximiliano Grullón Salcedo, hermano de Arturo y Eliseo (hijos todos del prócer restaurador Máximo Grullón Salcedo), quien marcharía a la Exposición Universal de París en 1889 en compañía de su familia y varios ciudadanos de viso de aquel Santiago de los Caballeros seguidor de los patrones y gustos europeos.

Dice García Siragusa, contrariada por el dato de Julia (que estaba emparentado con esos Grullón de Santiago por el lado materno, pues Arturo, Eliseo y Maximiliano llevaban este segundo apellido): «Sin embargo, en el Registro de Nacimientos de Santo Domingo (1860-1870) no se encuentra nada sobre ese nacimiento» y «sí aparece esta inscripción manuscrita: ‘En la ciudad de Santo Domingo a los 3 días del mes de enero de 1870 ante mí Emeterio Arredondo oficial civil de la parroquia Catedral compareció el señor Manuel de la Concha, acompañado del señor Enrique Lagrange que el día 11 de diciembre del año sesenta y nueve nació una niña hija natural de la ciudadana Margarita Féliz a que imprimieron por nombre María Dámasa Leonor, sus padrinos Manuel María de la Concha y Catalina Pou’.»
¡Caracoles, cuánta información!
Primero, la fecha dada por Julia aparece diferente en el documento oficial o partida de nacimiento de Leonor Feltz; segundo, el nombre del Oficial Civil es Emeterio Arredondo, apellido de músicos, escritores y artistas de la ciudad de los Colones; tercero, los nombres de los testigos del nacimiento, obligatoriamente gente de pro y de fe pública ante el Oficial Civil, conocidos todos por vivir en una ciudad tan pequeña; cuarto, la partida consigna que Leonor es hija natural, información importantísima cuando se trata de figuras públicas, pues ya se ha visto cómo el origen de Pablo Altagracia Báez (tronco de Buenaventura Báez y todos los Báez de esa sangre existente y por existir) fue el mismo, y peor, pues fue niño expósito; o el de Galván y Gautier, grandes colaboradores de Santana y Báez, y hasta de Lilís, Manuel María; y Manuel de Jesús, convertido en azul al final de su vida.

¡Cosas veredes, Sancho! Cuarto: el apellido de la madre dado por Félix, y a veces la escasez cultural lo redujo a Félix, cuando era, al parecer, Feltz, que esto no se sabe, pues no está documentado oficialmente, como se ve por la partida de nacimiento de la pequeña Leonor. Quinto: Margarita es el nombre de la madre; sexto, el nombre de los padrinos, también ligados a familias ilustres del barrio que era la Capital para esa época: los de la Concha, trinitario y duartistas: Jacinto, Tomás y Wenceslao; y del otro lado, la madrina: Catalina Pou. ¡Pero si así se llamará una de las discípulas de Salomé Ureña y futura maestra normal! ¡Cuánta coincidencia ¿o será esta Catalina tía de la normalista? Con toda probabilidad, pues Leonor tendrá 17 años cuando ingrese al Instituto de Señoritas en 1887. Y la Catalina Pou normalista tendrá aproximadamente esa edad, o 18, para redondear.

Pero falta más. Sexto, los testigos: el primero, es de apellido inequívocamente francés. Aplatanado. ¿De Francia o de los que se quedaron en el país después de la derrota de Palo Hincado o vinieron estos Lagrange de Haití cuando explotó la revolución de los negros esclavos iracundos y debieron huir despavoridos hacia la parte Este de la isla, Puerto Rico o Cuba? Y este Manuel de la Concha da todavía para más: en la segunda mención de la partida de nacimiento de Leonor, lleva un segundo nombre: María.

Todavía más información: el término “hija natural” implica, por lógica, ausencia del padre, pero todos los íntimos o vecinos, conocen la historia y más de esas dos niñas: Leonor y Clementina, hermanas por la gracia de Dios, pero nadie nabla en público de ellas, porque el nombre del padre es tabú: historia secreta de familia, sicogenealógicamente hablando: ¿señorón, señorito, militar, cura o arzobispo, ¿el padre? Entre ellos anda el diablo.

 

Correspondencia  con Pedro Henríquez Ureña (2)

Pero más excitante me resultó la frase de Mercedes García Siragusa relativa a Leonor Feltz: «Es difícil vislumbrar el vínculo de parentesco [con los Nanita, DC], pues las hermanas Feltz no se casaron y no hay apellidos comunes entre ellas y estos hermanos Nanita, de segundo apellido de León.»
Pues sí, debe haberlo, me dije y voy a comunicarme con el único Nanita con quien tengo relación de amistad intelectual: el arquitecto Leopoldo –Polín– Espaillat Nanita (1930-). Relación que viene desde la Universidad estatal, donde fue Vicedecano. Redactó el Reglamento y los Estatutos del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores, uno de sus fundadores y presidente y muy conocido por su participación en la Revolución de Abril de 1965.
¿Qué vínculo familiar tenía Leonor Feltz con los Nanita?, fue la primera pregunta que le hice a don Polín por teléfono. –Oh, tía Nonó fue hija de un Nanita llamado Dámaso, de Puerto Plata, me respondió, pero no pudo precisarme más. Luego de confrontar una enorme cantidad de información, me remitió al “Diccionario histórico-biográfico dominicano” de Rufino Martínez, a quien yo llamo el Tucídides dominicano, obra en la que figuraban los troncos familiares evocados por la nota luctuosa del 18 de marzo de 1948 (p. 6) de “La Nación”: los Nanita, los Espaillat y los Echenique.
Por eso la nota luctuosa, como dice la profesora García Siragusa, “no repara en elogios a la educadora a quien sitúa como” «miembro de honorables familias de nuestra alta sociedad, uno de nuestros valores femeninos más destacados, quien gozaba de estimación y afecto unánimes, por sus virtudes singulares y sus merecimientos extraordinarios.»
La nota debió ser escrita por el poeta Juan Bautista Lamarche, a la sazón director del periódico “La Nación” y, por su apellido, vinculado a los Henríquez, pues Flérida García era Lamarche, y no se sabe todavía si el García va de segundo apellido o el Lamarche de primero.
Entonces le referí a don Polín las tres notas que sobre Leonor Feltz escribieron William Read (blog http://galileosrl.blogspot.com/2010/08, Eduardo Matos Díaz en Santo Domingo de ayer y de hoy (SD: Taller,1984, pp-84-85) y Ramón A. Font Bernard en su artículo “Convocatoria para la nostalgia” (periódico Hoy, 4 de marzo de 2005), según datos que consigna la profesora García Siragusa.
Dato importante antes buscar en mi librero la obra de Carlos Larrazábal Blanco, primero, y luego la de Rufino Martínez: establecido el parentesco de Polín como sobrino-nieto de Leonor Feltz. Don Polín me confirmó que el apellido Feltz era holandés. ¿Cómo y a qué vino Margarita Feltz de Curazao a Santo Domingo? Es una incógnita que hay que despejar.
Consulté el libro Familias dominicanas, de Larrazábal Blanco, letra N (SD: Academia Dominicana de la Historia, 1978, t. V, p. 324) y encontré lo siguiente sobre los Nanita, siglo XIX: 1. Dámaso Nanita, coronel de las Reservas provinciales hacia 1863, nat[ural] de Puerto Plata, h[ijo] de Martín Nanita y Martina Lucenda [¿o Lucinda?, DC], casado con María Petronila de la Rosa, natural de Puerto Plata, hija de Félix de la Rosa y Juana Martínez, difts= [difuntos]. Hijos: H1 Dámaso, vivía en 1864, 15 años – H2. ABELARDO. – Petronila de la Rosa, viuda, m.[uerta en] 1902, 69 años. Martín Nanita, me informó don Polín, fue uno de los que condujo preso al patricio Ramón Matías Mella, deportado en 1844 junto a los trinitarios de más viso por Santana.
A renglón seguido, el H2, que es ABELARDO, contiene los datos siguientes: Abelardo Nanita y Aurelia (Camelia) de León (nat.[ural] de San Cristóbal. Hijos: N1 Abelardo, n.[acido] el 13 de diciembre de 1884 (SB) – N2 María Consuelo, n.[acida] el 15 de enero de 1886 – N3 María Caridad, n.[acida] el 4 de abril de 1887 – N4 María Teresa, n.[acida] el 22 de junio de 1888, c.[asada c.on] Ramón Antonio Espaillat Genao, suc.[esores], m.[uerto] el 11 de junio de 1963 – N5 Manuel Emilio, n.[acido] el 22 de diciembre de 1890 – N6 Alejandro Aurelio, n.[acido] el 9 de diciembre de 1889, m.[uerto en] 1938– N7 Arturo Enrique, n.[acido] el 6 de enero de 1892. – El general Abelardo Nanita, 34 años, Ministro de Guerra, m.[uerto] el 11 de febrero de 1892. Aurelia de León, m. [uerta en] 1897, 30 años.
He aquí aclarado el vínculo de parentesco de María Clementina (nacida el 23/11/1867 y bautizada en la Catedral el 14/12/1867) y Dámasa María Leonor Feltz Nanita, pero permanecen como incógnita los apelativos Leonor y Clementina (tía Titina, para don Polín). Dámasa, en honor de su padre Dámaso. Y el nombre María, común a todas las hijas del matrimonio Nanita-De León, por lo tanto, sobrinas de las Feltz. Se ve entonces la conexión del apellido Nanita (originario de Islas Vírgenes, pero Rufino lo cree haitiano) con los De León, de San Cristóbal, y los Espaillat, de Santiago, vínculo este último semi aclarado aquí, pero que será ampliado cuando busque la entrada Espaillat en Rufino Martínez.
Con estos antecedentes familiares, se explica el sentido de la nota luctuosa, tanto por el prestigio del general Nanita, ministro de Guerra y Marina de Ulises Heureaux, enviado a los doce años a Islas Vírgenes a estudiar, de donde regresó como perito mercantil (hay que suponer que hablaba inglés como segundo idioma y quizá francés como tercer idioma). En 1892 a la presidencia con personalidad propia, distinto a Wenceslao Figuereo o Tomás Demetrio Morales, quienes fueron candidatos de mentira para dar paso a Lilís. Hay que recordar que la nota luctuosa no podía ser redactada de otra manera, porque los Nanita pasaron del lilisismo al velazquismo y de este al trujillismo, y don Abelardo René Nanita fue director del periódico “La Nación” y compilador de los tomos 7 y 8 de “La Era de Trujillo” (Cd. Trujillo: Colec. La Era de Trujillo. 25 años de historia dominicana, Impresora Dominicana, 1955).
Y por el tronco Espaillat-Nanita, Ramón Antonio, mayor del Cuerpo Médico y Sanidad Militar y director del antiguo hospital Marión, casado con María Teresa Nanita, compiladora de un Registro de Leyes que sirvió de base a la organización del Archivo del Palacio Nacional y a la Procuraduría General de la República, además de haber sido diputada al Congreso, según me afirmó don Polín Espaillat, hijo de ambos, en nuestra conversación telefónica.
Y lo más lejos que tiene don Polín Espaillat es que al referirme la historia de tres familiares suyos, Pedro Ignacio Espaillat (mártir de la Guerra de la Restauración), Leopoldo –Polín– Espaillat y Emilio Espaillat, él ignora que este último personaje fue para mí la inspiración de un cuento que figura con el título de “Epalyá” (pronunciado a la cibaeña) en mi libro “La sangre ajena”, (SD: Santuario, 2011 [1996]) y cuyas fechorías, acompañadas de una valentía y temeridad inconcebibles, están documentadas y narradas por Rufino Martínez en su libro ya citado “Diccionario histórico-biográfico dominicano”. (Continuará).

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