Nacionales Politica

Promesas incumplidas y repeticiones de palabras

Written by Debate Plural

Hamlet Hermann (Hoy, 27-2-11)

 

Ayer 27 de febrero de 2011, el presidente Leonel Fernández discurseó ante la Asamblea Nacional para rendir un informe sobre lo que considera fue el comportamiento general del país durante el año anterior. Muchos dominicanos pusieron en duda si valía la pena escucharlo.

Ese monólogo es siempre un episodio de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Podía Leonel decir algo que ya no hubiera dicho en los 10 años recientes, a sabiendas de que sus promesas y sus cumplimientos nunca van a la par?

Muchas veces ha declarado que la economía nacional es la de mayor crecimiento en el mundo. ¿Cómo explicaría entonces que su Gobierno haya provocado el descenso, en apenas un año, de cinco puestos del índice de competitividad global que se dio a conocer en Davos, Suiza? Las cifras de ese informe colocan a República Dominicana en el 13% inferior en todos los parámetros considerados en la encuesta. ¿No se habrá sentido abochornado Leonel por haber desperdiciado millones de dólares en un viaje a Suiza para que los dueños del mundo le reprobaran la asignatura Gobernabilidad 011?

Resulta difícil creer las promesas del Presidente, porque si no es capaz de cumplir plenamente con la Constitución y con las leyes, a lo cual se obligó bajo juramento, menos capacidad debe tener para cumplir ofrecimientos que no conllevan sanción alguna por incumplimiento.

El Mandatario sólo ha considerado importante estimular el vertiginoso enriquecimiento de su estrecho círculo de funcionarios vinculados al Metro y a las obras públicas. Aquellos que han hecho las grandes inversiones en la capital dominicana despreciando al resto del país.

Hace unos días Pedro Domínguez Brito escribió un artículo sumamente interesante en el periódico El Caribe. Citaba a Confucio cuando decía: “Los elementos esenciales para un buen gobierno son los alimentos suficientes, la defensa y la confianza del pueblo”. De los tres elementos, Confucio consideró que la principal era la confianza del pueblo, la credibilidad. Cuando esa confianza se debilita, se pierde todo. La credibilidad es el principal activo de todo aquel, persona o empresa, que establezca compromisos con la sociedad. La falta de ésta es síntoma de incapacidad para desempeñar las funciones para las que fue elegido o designado. El ajedrecista y abogado nos puso de tarea el desentrañar la poca credibilidad del Presidente, quien cada día luce más disociado del sentir colectivo. Hace mucho tiempo que Leonel dejó de ser creíble. Sucedió desde que abandonó los principios sobre los que se fundó el Partido de la Liberación Dominicana y empezó a rendir culto a los bienes materiales. Esa degeneración duele porque Leonel es el Presidente de todos los dominicanos, guste a muchos o no.

Que nadie piense que Leonel no está al tanto del grave momento que padece este país. Él es muy zorro y hace encuestas periódicas y las manipula porque sus intereses están completamente divorciados de los del pueblo.

Por eso todas sus decisiones favorecen plenamente al empresariado cómplice que lo financia y adula, aunque no lo admite socialmente. A Leonel le hubiera hecho bien admitir las derrotas sufridas en muchos de los debates nacionales. Pero su narcisismo no lo permite. Si toma en cuenta sus propias encuestas es para pasmar los movimientos sociales de reclamo, no para solucionar los problemas de la nación. Continuará prometiendo cambios en el comportamiento de su Gobierno pero nunca cumplirá.

¿Podría él asegurarnos que el Gobierno cesará la estafa generalizada a través de los precios de los combustibles? ¿Podría ser el garante de que los niños no sigan envenenándose con el desayuno escolar? Sí podría cambiar funcionarios pero nunca modificar el comportamiento corrupto que ha sido norma para la mayoría de ellos.

Resulta difícil creer las promesas del Presidente, porque si no es capaz de cumplir plenamente con la Constitución y con las leyes, a lo cual se obligó bajo juramento, menos capacidad tiene para cumplir ofrecimientos que no conllevan sanción alguna por incumplimiento.

Por todo lo anterior, decidí no perder mi tiempo escuchando el informe presidencial de ayer, repetición idéntica de lo que ha dicho en los diez años recientes. Mientras, los problemas sociales se agravan a pesar de los manipulados y mentirosos discursos

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