Nacionales Politica

Interpretando la independencia

Written by Debate Plural
Homero Lajara (Listin, 18-2-17)

“No se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”. -Jean Cocteau-

Febrero es para todos los dominicanos un mes glorioso, pues con su llegada rememoramos  la emblemática fecha del aniversario de la Independencia Nacional, hito histórico que aún 173 años después de su materialización, nos permite percibir con orgullo infinito esa brillante  estela libertadora de áureo polvo sideral, que resalta triunfal después  de haber sido  esta parte de la isla colonia española (1492-1795), y  luego francesa (1795-1808), volviendo de nuevo a ser colonia española (1809-1822).

Nuestra historia nos recuerda que los vecinos del Oeste nos  invadieron  de manera constante. Las primeras intentonas  haitianas fueron  con  Toussaint (1801) y Dessalines (1805), consumándolas en el interregno de 1822 al 1844, con Boyer, Charles Herard y Pierrot, con   embestidas prolongadas, tratando de invadirnos de nuevo, desde el mismo  momento en que se iniciaron los aprestos independentistas el mismo  año de 1844,  continuando en 1845; y  en su  ciclo final  (1849-1856), con la tenaz persecución de Soulouque, último gobernante haitiano que usó la fuerza militar contra nuestro país , pues a partir de ahí, aunque  sus intentos de invasión no han usado medios militares,  cambiaron la estrategia mediante el uso de certeros  ataques  a través de su ladina y sinuosa vía diplomática, con la colaboración de refuerzos locales y foráneos.

Hoy, es necesario recordar que en esa  épica gesta surgió   el genio político y estratégico del general Juan Pablo Duarte y Díez,  y las espadas libertadoras  de guerreros  como  Santana (antes de fusilar próceres y  ejecutar su aviesa estrategia  anexionista), Antonio Duvergé, y otros grandes dominicanos que le hicieron morder el polvo de la derrota a las hordas invasoras del Oeste.

Igualmente ocurrió con  los combates de los  restauradores (1861-1865) con el sable  de Luperón a la cabeza, en  contra de los españoles, la primera invasión  militar norteamericana (1916-1924), y también a raíz de las incursiones de esa misma nación en los planos  diplomático/ militar durante los acontecimientos del año 1965, y las consiguientes  luchas en la trinchera del honor para rescatar la bandera nacional  y la constitucionalidad mancillada.

Al analizar  las  luchas independentistas de los dominicanos,  bajo el catalejo del rigor histórico, algunos se han preguntado qué en realidad significa ese sagrado concepto de independencia. Si nos  remontamos a sus orígenes, algunos estudiosos la definen como un concepto político que surgió, precisamente de un pueblo con una  idiosincrasia muy diferente al que nos oprimía, donde  ellos, en un accionar contradictorio a sus principios,  hicieron lo mismo que les indujo con fervor a separarse del yugo opresor y colonialista que los subyugaba: Invadirnos.

Por ello, hago mención  a la inspiración de libertad que significó  la declaración de Independencia de los EE.UU en 1776, en reacción al colonialismo europeo. A este magno acontecimiento histórico le siguió otro hecho trascendental, la Revolución haitiana (1791-1804), y su consecuente independencia en el  1804. Estos acontecimientos han hecho  del principio de la no intervención y el derecho de autodeterminación de los pueblos  grandes paradigmas, acordes con la filosofía de libertad, aunque sus mismos promotores  a veces los violen.

El independentismo, en su acepción presente,  se basa en que el territorio que se quiere independizar ha sido  una nación, conectándola a su historia, cultura y lengua propia, teniendo en cuenta  que jamás se lograría el desarrollo social, económico y cultural mientras persista el dominio invasor en el suelo deshonrado por la invasión.

Sobre la definición de Independencia, llevada a la realidad dominicana, considero que la  misma,  para ser real, requiere de varias plataformas , como lo  demanda la necesidad  de cada dominicano de  elegir la profesión u oficio por su  vocación, y no  por necesidad, como es la triste realidad de que una gran parte de nuestros nacionales tienen que echar a un lado sus talentos , para   dedicarse a labores no afines con sus vocaciones, para  así poder tener acceso a la alimentación , educación y al ascenso social, por lo que  muchos  eligen profesiones como forma de vida , sobre la base de frustraciones y falta de motivación . Esa es una de las causas  de las debilidades institucionales que desvirtúan a veces los cimientos del concepto de   carreras/ profesiones  que por su esencia deben ser honorables.

Es algo similar a  las inclinaciones individuales a favor de determinado partido político o candidato, cuando se vota por ellos por  presiones o por instinto de supervivencia. Esas actitudes hacen  que no siempre los ciudadanos  elijan al mejor, sino al que más  conviene  a intereses alejados del bien común, que, a mediano y largo plazo, “ termina afectando a todos”.

Esas debilidades en  países pobres como el nuestro, sin estructuras  sociales, legales, políticas y educativas sólidas, explican en parte el hecho  de que seamos de  los primeros países en la lista de los corruptos en Latinoamérica y los últimos en educación.

Antes, la inspiración de todo joven eran las gestas épicas que nos legaron una Patria libre e independiente, el honor, la dignidad,  la cultura cívica, el respeto y amor al trabajo honrado inculcados en el hogar, y ufanarse de haber leído “Los Clásicos” a temprana edad;  ahora, como consecuencia de las distorsiones,  muchos  se inclinan por lo que se ve, el dinero y los bienes exteriores  en todas sus manifestaciones.

Por esta y muchas otras razones, entiendo que esta fecha es propicia para dar de nuevo la alarma, en el sentido de que por la falta de oportunidades de progreso, existe una  preocupante migración de los pueblos fronterizos a las grandes ciudades, creando un espantoso caos por la construcción desproporcionada de “viviendas” de manera horizontal en  los barrios periféricos de las grandes ciudades, constituyendo un anacronismo urbano con su secuela de falta de  sanidad y educación , delincuencia y  caos en el tránsito de vehículos de motor, con la incursión de las temibles “guaguas voladoras”,  motoconchos y muchos males más.

Al escuchar al senador Dionis Sánchez , decir que esa estampida a las ciudades ha creado un peligroso escenario en Pedernales, donde el 70% de los pobladores de esas  provincias fronterizas son haitianos, depredadores de los bosques, y algo peor, sembradores de su cultura,  donde sus prolíficas mujeres tienen  sus hijos en tierra dominicana, me pregunto: ¿Qué pasará en pocos años, si no se aplica, con la severidad de un sensor romano, la sentencia No. 168-13, del Honorable Tribunal Constitucional y los decretos presidenciales emitidos para tales fines,  con el fin de evitar la balcanización de la República Dominicana?.

Visto el actual escenario, quisiera hoy rememorar   la sangre derramada en los ubérrimos campos de nuestro suelo patrio , pletórica de valor y sacrificio, para que celebremos con júbilo y orgullo nuestra libertad,  y a esos que le temen hasta a aquello que lo puede salvar, y  que no se atreven a expresar lo que piensan por temor a que “Johnny Abbes” y su temido servicio de inteligencia militar (SIM), se aparezca en sus carros “cepillos” y los apresen;  recordarles que esa tétrica figura del pasado ya  no se encuentra en la tierra desde hace años, y que como me decía mi progenitor: “Los temores son como los fantasmas, cuando los enfrentas con responsabilidad, cada vez que te les vas acercando, gradualmente van perdiendo su efecto intimidador”.

Es por esto, que el que esté violando las leyes, desfalcando el erario, asesinando, sobornando y chantajeando,   como si tuviera patente de corso, después de cumplirse el debido proceso legal, sin presiones ni influencias mediáticas, sin vacas sagradas ni culpables favoritos, debe ir a la cárcel; pero el que es institucional,  respetuoso y no se sale del marco legal, no tiene razones para ser incondicional de nadie, temer y  dejar de tener independencia  de criterio, ni mucho menos dejar de ejercer los derechos fundamentales consagrados en la Carta Magna.

Entonces, exhortamos que en este  173 Aniversario de la onda expansiva del trabucazo de Mella y de la Independencia Nacional, efeméride regocijante que nos recuerda la rotura de las cadenas  del yugo opresor haitiano, vamos todos a  sacar en este “Mes de la Patria” , nuestra Bandera Nacional  al aire, para flamearla con orgullo , y que   los dominicanos interpretemos correctamente y con  libre albedrío  el sentido integral de la palabra Independencia, lo cual nos orientará en la planificación estratégica adecuada para que con nuestras  acciones individuales, honremos cada día a Duarte y a los demás prohombres  que nos legaron una Patria libre, independiente  y soberana, bajo el lema sagrado e  inmortal de: ¡Dios Patria y Libertad¡

¡Viva la República Dominicana,  per omnia saecula saeculorum !

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