Nacionales Politica

Haciendo memoria sobre hechos y casos de corrupción en República Dominicana (LVIII)

Written by Debate Plural

Leonel Fernández y el fin de la historia dominicana

 

Tirso Mejía-Ricart (Hoy, 18-8-12) 

 

Francis  Fukuyama, politólogo norteamericano de origen japonés, escribió en 1992 el libro  “El Fin de la Historia y el último Hombre”  que tuvo gran repercusión en el mundo intelectual. Inspirándose en la dialéctica idealista de Hegel,  uno de los precursores del marxismo, afirmó  que el motor de la historia es la búsqueda de reconocimiento, quien afirmó  tras el fracaso del llamado socialismo real y la aceptación general del liberalismo democrático, las ideologías no son ya necesarias y el futuro se mueve  por  la economía neoliberal, gracias  a los avances de la ciencias naturales, la tecnología y la cultura.

Las controvertidas ideas de Fukuyama dieron origen a un movimiento político  neoconservador en Estados Unidos, del que fueron miembros  los que  fueron luego Cheney y Rumfeld, luego Vicepresidente y  Secretario de Defensa del gobierno de Bush hijo, que postularon el malhadado “Consenso de Washington”  propuso el fortalecimiento de las instituciones estatales “en los países pobres”, léase: “gobiernos de mano  dura” y la Segunda Guerra  contra Irak. La pervivencia de conflictos ideológicos de carácter étnico, social, nacionalistas y regionales, así como los movimientos de repudio a la globalización, el neoliberalismo y  las aventuras guerrilleras unilaterales,  hicieron que el propio Fukuyama repudiara el  neoconservatismo.

Guardando las distancias, el Partido de la Liberación Dominicana luego de recuperar el poder en el 2004 mediante elecciones democráticas bajo la dirección de Leonel Fernández, se lanzó a realizar una nueva  contrarrevolución política, económica e ideológica con todos los recursos a su alcance, pero sin dudas bien planeada y orquestada. Para esos fines permitió que se  enriqueciera toda la élite política de su Partido mediante contratos onerosos, programas de “modernización”, compras sobrevaluadas, permisos de importación, contrabandos, botellas, salarios   escandalosos y toda la gama de operaciones corruptas. Una permanente campaña de promoción internacional dirigida por el propio Presidente, la coaptación de intelectuales, artistas y periodistas con puestos públicos, otorgamiento de honores y pensiones, la compra masiva de espacios y medios de comunicación junto a una formidable maquinaria propagandística, marcan el camino hacia la dominación ideológica y de desinformación a su  favor.

La nueva Constitución sin participación de una Asamblea Constituyente, con un  prolijo y repetitivo enunciado de  valores y derechos en su parte dogmática, contrasta con el carácter despótico y centralista de su   parte pragmática, completa el tinglado institucional del control incondicional del Congreso, la Justicia, la JCE, el TSE, el TC, la CC y la Junta Monetaria, para legalizar su eternización en el poder.

La captación de líderes políticos, sociales, empresariales y hasta religiosos: incluyen la virtual intervención de los partidos políticos.  Lo peor  de este “fin de la historia”  peledeísta ha sido la creación o aceptación tácita de una verdadera red de corrupción, extorsión, atropellos y complicidades.

 

II

El pasado día 16 de agosto se juramentó Danilo Medina como Presidente de la República, fecha que coincidió con el 149 aniversario de la Restauración,  uno  de los seis hitos  claves para comprender nuestra vida   republicana: 1821,1844,1863,1916, 1965 y 1978.

En noviembre de 1821 Núñez de Cáceres dio a luz  el primer Estado independiente del “Haití Español” con más características soberanas que las de los demás países del Caribe,  con la excepción de Haití (1804), la Gran Colombia (1819), y poco después que la de México  (septiembre 1821): pero fue impulsado solo con la oligarquía criolla de la capital en un país ruralizado, no eliminó la esclavitud y tuvo que capitular ante el Haití Boyer, en la cima de su prestigio como líder liberal de su país  recién unificado y solidario con Bolívar en su lucha contra España. En 1844  los patriotas trinitarios  encabezados por Duarte y Sánchez  proclamaron la República Dominicana, pero en aras de la Unidad Nacional, le entregaron la jefatura del movimiento a los hateros y oligarcas anexionistas que estaban  divididos entre santanistas y baecistas pero finalmente entregaron el país a España en 1861.

En 1863 comerciantes y agricultores nacionalistas cibaeños, y campesinos de todo el país, encabezados por Espaillat, Santiago Rodríguez, Polanco Cabral, Luperón y otros, lograron mediante guerra de guerrillas restaurar la independencia; pero la escasa cultura política predominante indujo a Cabral  a entregar el poder a Báez, quien en dos ocasiones estafó al Estado e intentó nueva vez la anexión, esta vez a EUA.  Luego Luperón intentó  estabilizar un Estado liberal que abortó con la tiranía de  Heureaux; para terminar desguazado  y  luego se propició  el zarpazo  del 1916. El gobierno  norteamericano  destruyó las instituciones tradicionales,  buenas y algunas  malas, mejoró  vías  terrestres, la salud y la educación primaria, pero creó una guardia al servicio de sus intereses de la que salió la brutal  tiranía de Trujillo que gozó del apoyo norteamericano hasta mucho después.

A la muerte del dictador, con  la recomposición política hubo una incipiente  democracia inexperta, pero rodeada de buitres que con apoyo norteamericano  querían repartirse la herencia del “Benefactor” que dieron al traste con el gobierno de Juan Bosch  que generó un contragolpe constitucionalista y la insurrección popular del 1965, la cual fue ahogada con una nueva intervención militar norteamericana que impuso el depotismo de Joaquín Balaguer.

 

III

En 1978 la historia dominicana dio un gran viraje con el triunfo del PRD, cuyas causas fueron las siguientes:

 1) El crecimiento de la población urbana, las clases medias,  obreros y pacificación  al final de los Doce Años, estimularon la democratización de la vida pública.

2) La Presidencia  de Jimmy Carter en Norteamérica, quien apoyó los derechos humanos  y retiró el apoyo de ese país  a la represión balaguerista.

3) El mantenimiento del PRD como la gran opción política, pese a  la represión y la renuncia de su líder Juan Bosch  para fundar el PLD  en 1973.

4) El nuevo líder Peña Gómez, dinamizó  la oposición a Balaguer,  la internacionalizó con los dominicanos y políticos liberales de Estados Unidos,  y afilió al PRD a la Internacional Socialista.

5) El  sector militar  encabezado por Enrique Pérez y Pérez, hegemónico   en 1975, presentó renuncia  para obligar a Balaguer a revocar la designación de su rival Neit Nivar  como jefe de la Policía Nacional, pero  éste lo mantuvo con firmeza y habilidad, fortaleciendo así el poder civil.

6)  Surgió un empresariado joven y un sector de la jerarquía eclesiástica más liberales, que abandonaron el anticomunismo irracional de años anteriores, apoyando  una apertura que  cesara la represión y  corrupción de quienes usufructuaban el poder.

Los gobiernos de Guzmán y Jorge Blanco liberalizaron el país,  incrementaron los salarios y  favorecieron la educación, pero siguieron lineamientos económicos tradicionales y no trataron de  modificar la legislación ultra centralista y anti democrática del  1966.

El retorno de Balaguer en 1986 fue el producto de las rivalidades dentro del PRD y  los ajustes fondomonetaristas del gobierno de Jorge Blanco que provocaron una “poblada” manejada  torpemente, y las maniobras electorales  del PRSC.

Balaguer permaneció diez años en el poder, en los que no retomó las políticas represivas pasadas, pero renovó su autoritarismo y desbordó el equilibrio  macro-económico, emitiendo dinero inorgánico para obras,  unas productivas y otras faraónicas, pero  no pudieron superar  al perredeísmo unido en torno a Peña Gómez, por lo cual  el PRSC  recurrió a un  fraude de exclusión masiva de votantes en 1994.

La crisis política resultante fue  resuelta con la reducción del nuevo periodo a solo dos años, la prohibición de la reelección presidencial,  la independencia del poder judicial y  la designación de una JCE apartidista.

En 1996, el PLD, partido minoritario, con la ayuda de Balaguer  y de las maniobras  electorales de su gobierno, le abrió las puertas del poder a Leonel Fernández;  lo que aprovechó éste para desmantelar al PRSC, y  crearse una imagen de modernizador, no obstante sus  escasas realizaciones  políticas  y materiales.

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