Nacionales Politica

JFK-Bosch y un contrato oneroso

Written by Debate Plural

José del Castillo (D. Libre, 23-3-13)

 

En el que fuera fructífero y memorable encuentro entre Kennedy y Bosch en la Casa Blanca, el 10 de enero de 1963, uno de los temas centrales expuesto por el presidente electo dominicano, fue el contrato suscrito entre el Estado y la Standard Oil durante el Consejo de Estado, para la instalación de una refinería de petróleo. Considerado «oneroso» por el futuro mandatario, éste explicó sus consideraciones al presidente Kennedy, quien advirtió sobre los riesgos de una rescisión unilateral, recordando la existencia de la Enmienda Hickenlooper aprobada por el Congreso en 1962, que penalizaba con la suspensión de la ayuda de Estados Unidos a los gobiernos que así actuaran contra empresas norteamericanas sin recurrir a arbitraje. Conviniendo Bosch a intentar una conciliación y Kennedy a intervenir a favor de una solución aceptable a los intereses dominicanos.

Un punto a destacar relacionado con este asunto fue la selección de Andrés Freites, como canciller del gobierno encabezado por Bosch. Era, a la sazón, embajador dominicano en Washington y sería, junto a Elby Viñas Román -secretario de las fuerzas armadas del Consejo de Estado y concuñado de Antonio Guzmán, quien figuraría como ministro de agricultura de Bosch-, de los pocos funcionarios que continuarían en roles relevantes bajo la nueva administración. Freites Barrera había sido gerente de la ESSO Standard Oil en el país y lo seguiría siendo en el futuro, por lo cual sus nexos podían ser útiles en una negociación. Amigo fraterno de Luis Amiama Tió -quien fue concesionario de la estación ESSO que operaba en el edificio donde estaban las oficinas de la empresa-, éste buscó refugio en su morada tras el ajusticiamiento de Trujillo. Pariente de Antonio Imbert Barrera, el miembro del Consejo de Estado que manejaba los asuntos de la Policía comandada por el poderoso Belisario Peguero. Dos callos en el zapato de Bosch como gobernante.

Freites gozaba de la confianza de la embajada americana, al igual que los primos Gianni Vicini Cabral y Donald Reid Cabral, vinculados a la conspiración para liquidar a Trujillo, como consta en documentos desclasificados del Departamento de Estado y la CIA. Ellos formaron en la transición el llamado grupo Altagracia en Washington, con el auxilio del nicaragüense Pancho Aguirre, para influir en el curso de los acontecimientos que llevó al Consejo de Estado. Así, el gesto de Bosch al escoger a Freites como su canciller -algo que lo sorprendió según narra su viuda Antonia Vásquez en sus memorias-, revela tino político. En él podía tener a un persuasivo eventual negociador frente a la Standard Oil. A su vez, ayudaba a neutralizar las consabidas imputaciones de «filo comunista» o «tolerante con los comunistas», promotor de la «lucha de clases» (al emplear en su retórica de campaña los términos «tutumpotes» e «hijos de Machepa»), entre otras diabluras acuñadas por sectores conservadores que llovieron como aguacero sobre su gestión de siete meses.

El propio embajador John Bartlow Martin, al evaluar a los integrantes del gabinete de Bosch, observa que el nombramiento de Freites «fue una sorpresa». Indicando, «se rumora que fue una jugada para calmar a Imbert, su primo. Más probable fue una jugada para complacer a los E.U. y aplacar a la comunidad empresarial.»

El memorándum elaborado por el Departamento de Estado sobre esta histórica reunión -cuyo contenido empezamos a transcribir en la columna pasada- consigna la importancia que se le concedió al tema del contrato de la refinería concertado con la empresa norteamericana Standard Oil.

«El Dr. Bosch se refirió luego a una dificultad que muy pronto tendrá que enfrentar su administración. Dijo que se había llegado a un entendimiento entre el Consejo de Estado y la Standard Oil Company acerca de la construcción de una refinería. Se firmó un contrato en agosto de 1962 pero que no se le había notificado al pueblo dominicano y casi nadie está enterado, pues sólo había sido mencionado brevemente en un número de la Gaceta Oficial. De acuerdo con el Dr. Bosch, los términos del contrato son tan obsoletos como la administración de Grant. Alega que el gobierno dominicano se había comprometido a una cantidad abusiva de obligaciones, incluyendo el hecho de ayudar a la compañía a comprar su propia tierra. Además, dijo, la compañía está forzada a aumentar la producción sólo con la ayuda del gobierno.

Continuó diciendo que ya que la República Dominicana tendrá que diversificar su economía y concentrarse en la producción minera y de ganado, como sustitutos de las exportaciones de azúcar, está interesada principalmente en hacer uso de sus depósitos de sal, caliche y yeso. Dijo que, acorde con ese principio, una corporación norteamericana había sugerido el desarrollo de un complejo industrial que explotara esos minerales y se los suministrara a industrias químicas en Norte y Sur América, de manera que, en cinco años, la República Dominicana estaría recibiendo $60 millones en las tan necesitadas divisas extranjeras. El plan en estudio también tomaba en consideración la construcción de una refinería para el procesamiento de derivados del petróleo y de la sal, y para el eventual desarrollo de una industria de fertilizantes. La corporación norteamericana había ofrecido al gobierno el 55 por ciento de las acciones de cada compañía en este complejo industrial. El Dr. Bosch declaró que el Consejo de Estado había rechazado la oferta y firmado su propio contrato con la Standard Oil.

Prosiguiendo con este tema, el Dr. Bosch dijo que él había hablado con los señores Brewer y Morrison, oficiales de la subsidiaria caribeña de la Standard Oil de New Jersey, y les había pedido su cooperación y comprensión. De acuerdo con el Dr. Bosch, la Standard Oil está íntimamente relacionada en las mentes de muchos dominicanos con la vieja idea del imperialismo norteamericano, una actitud que despierta una combinación de fuerte sentido nacionalista, con un adormecido antiamericanismo. Dijo que si el Congreso dominicano rechaza el contrato, lo que es muy probable que haga, la Standard podría vengarse de la nueva administración y podría producirse una fuerte campaña propagandística con la intención de etiquetar al Dr. Bosch de antiamericano y contrario a la inversión privada. Entrando en detalles sobre esta situación, el Dr. Bosch declaró que la Standard Oil intentaba terminar la construcción de la refinería en septiembre de 1964, y ya había anunciado la venta de acciones y bonos en la República Dominicana.

Agregó que la tierra en la cual se construiría la refinería primero había sido traspasada al señor Thomas Pappas por medio de una concesión hecha por la administración de Balaguer y por el último Congreso de Trujillo. El señor Pappas luego había transferido la concesión y la tierra a la Standard Oil, la cual, a su vez, había negociado el contrato con el Consejo. El Dr. Bosch dijo que, como el origen del contrato había involucrado a hijos de los asociados de Trujillo, se había creado una situación política muy delicada. El Dr. Bosch agregó que sólo desea la cooperación y la comprensión de la Standard Oil, e indicó muy enfáticamente que no tenía prejuicios contra ninguna compañía norteamericana, o contra ninguna empresa privada. Puntualizó, además, que él creía que la Standard era un obstáculo para la industria química que él quería desarrollar.

El Presidente preguntó qué pensaba hacer el Dr. Bosch.

El Dr. Bosch respondió que quería conversar con los ejecutivos de la Standard Oil a pesar de su inflexible actitud.

El Presidente preguntó el nombre de la compañía norteamericana que había presentado el plan para el complejo químico e industrial.

El Dr. Bosch le comunicó que era la Meissner Corporation de Chicago.

El Presidente externó su preocupación acerca de los efectos dañinos de la posible anulación del contrato de la Standard Oil sobre futuras inversiones privadas desde los Estados Unidos. Sugirió que el Dr. Bosch se reuniera de nuevo con la Standard Oil y les explicara claramente la situación. Dijo, además, que podría ser aconsejable que un grupo independiente, como el grupo de administración Nathan, analizara cuidadosamente el problema, en su conjunto, para determinar si el contrato es justo y equitativo. Señalando las dificultades que han surgido en una situación similar en Turquía, el Presidente se refirió a las implicaciones de la Enmienda Hickenlooper, la cual produjo fuertes presiones en el Congreso en dicho caso. Le aconsejó al Dr. Bosch que eligiera un grupo consultor, no necesariamente de los Estados Unidos, para que estudiara la situación, y si se encontraba que el contrato era injusto, él podría estar en disposición de discutirlo con la Standard Oil. El Presidente notó que, de lo contrario, el Dr. Bosch y los Estados Unidos serían presionados y empujados por diferentes grupos para que no se lograran resultados concretos satisfactorios.

El Dr. Bosch dijo que él pretendía nombrar consultores legales y económicos, pero que todavía no había encontrado a las personas apropiadas».

Durante las primeras semanas del gobierno de Bosch, la Standard Oil promovió en el país la venta de acciones de la Refinadora Petrolera Santo Domingo, para legitimar el proyecto entre empresarios locales. Su gerente A.D. Knigth rechazó que se fuera a revisar el contrato y ofertó plazas para ingenieros mecánicos, eléctricos y químicos. Pese a ello, Kennedy cumplió su promesa de contribuir a una solución del controvertido contrato, presentado por Bosch como ejemplo del viejo imperialismo -concesión al multimillonario Pappas traspasada a la Standard. Como lo atestigua en su obra Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana, todavía a medio siglo el más penetrante análisis sociológico y político del experimento de reformas que le tocó liderar. «Es un punto delicado, pero le ayudaremos», le habría dicho JFK. «Meses después la poderosa empresa renunció al contrato», dice Bosch. Esta vez, el tiburón no pudo comerse las sardinas.

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