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Primeras mujeres del patriotismo dominicano

Written by Debate Plural

Filiberto Cruz (El Universitario, marzo 2015)

 

María Trinidad Sánchez

Es la primera heroína dominicana. Ella ocupó el primer lugar entre las mujeres participantes en la proclamación de la independencia dominicana. En sus faldas llevaba la pólvora para los patriotas que se citaron con la gloria la noche heroica del 27 de febrero de 1844. Había nacido en Santo Domingo el 16 de junio de 1794. Hija de Fernando Raimundo Sánchez e Isidora Ramona, mujer de buena formación que inició en los estudios elementales a su sobrino Francisco del Rosario Sánchez. Meses después que el tirano Pedro Santana expulsó del país a los líderes trinitarios, María Trinidad Sánchez organizó una conspiración contra el gobierno, en compañía de su sobrino Andrés, el venezolano José del Carmen Figueroa y Nicolás de Barias.

La conspiración fue descubierta y la heroína y sus compañeros fueron condenados a la pena de muerte, dando inicio a los crímenes políticos en la historia dominicana. Algunos historiadores han dicho que la condena no emanó de Pedro Santana, sino de un tribunal militar y de algunos ministros en conflictos dentro del gobierno. No olvidemos que la heroína y sus valientes compañeros fueron fusilados el 27 de febrero de 1845, cuando ya Santana era el amo y señor de la Primera República. Tres descargas de fusilería acabaron con la vida de aquella estoica mujer que meses antes había cumplido cincuenta años de edad.

Manuela Díez Jiménez

Nació en la villa de Santa Cruz de El Seibo “en la segunda quincena de junio del año 1786”. Fueron sus padres Antonio Díez, español, y la seibana Rufina Jiménez. Manuela casó con Juan José Duarte, comerciante catalán, procreando una numerosa familia de hembras y varones que se distinguieron en los preparativos de la independencia.

Doña Manuela sobresale entre las primeras mujeres de la independencia no sólo por haber concebido en su vientre y amamantar en su seno al padre fundador de la República, sino también porque “sacrificó su patrimonio, derramó lágrimas amargas, sufrió persecuciones sin cuento hasta ser arrojada para siempre, en unión de sus hijas huérfanas, a llorar su viudez y a terminar su vida en una tierra extraña, en cuyo suelo se confundieron en lamentable y doloroso olvido sus huesos venerables, dignos del solemne reposo en el Panteón Nacional”.

Doña Manuela y sus hijos fueron desterrados por el primer gobierno de Pedro Santana.  Todos residieron en Caracas, la capital venezolana y allí murieron también. Doña Manuela murió el 31 de diciembre de 1858.

Rosa Duarte

De las hermanas de Juan Pablo Duarte, Rosa es la más popular porque fue una de las mujeres que mejor conocía “los secretos revolucionarios de los patriotas independentistas, para los cuales supo convertir en balas las planchas de plomo que había en el almacén de su padre”. Rosa siempre compartió con Juan Pablo sus momentos más difíciles. Ella era la secretaria particular del patricio. Gracias al elevado interés con que participaba en los trajines conspirativos, pudo luego redactar sus Apuntes, donde se conocen los detalles de las labores revolucionarias en aquellos tiempos. Desterrada por Santana en 1845, junto a su madre y sus hermanos, vivió en Caracas hasta su muerte ocurrida el 26 de octubre de 1888.

Concepción Bona y María de Jesús Pina

La señorita Concepción Bona Hernández había cumplido 19 años cuando confeccionó la primera bandera dominicana “que acariciaron los vientos en la noche épica del 27 de febrero de 1844”, ideada por Juan Pablo Duarte e izada por primera vez en el histórico baluarte del Conde, símbolo de la dominicanidad. Bona vivía al frente del baluarte junto a sus padres y hermanos, una familia acomodada de la capital que simpatizaba e hizo sus aportes a la causa de la independencia.

Duarte había concebido la bandera dominicana separando los colores azul y rojo de la bandera haitiana con una cruz blanca, para significar que el pueblo dominicano, tan pronto lograra su libertad y su independencia, “proclamaba también la unidad de todas las razas por los vínculos de la civilización y el cristianismo”.

La señorita Bona se distinguió además por haber construido, junto a su esposo, una familia unida y laboriosa, un ejemplo para la sociedad dominicana. Se inclinó reverente, ante el mandato imperativo de la muerte, el 2 de julio de 1901.

La señorita María de Jesús Pina colaboró con su prima y vecina Concepción Bona en la confección de la primera bandera nacional que enarbolaron los patriotas en la Puerta del Conde. Ambas jóvenes pertenecían a dos familias “ardientemente adscritas al servicio de la causa revolucionaria”. Don Ignacio Bona fue el padre de Concepción y Juan Pina, el padre de María de Jesús. La señorita Bona era sobrina de don Juan Pina, el padre también de Pedro Alejandrino Pina, “una de las figuras más puras del sacro colegio duartista”. La familia Pina sería el tronco de otros consagrados patriotas a lo largo del siglo diecinueve. La señorita Pina se aferró también a la enseñanza, estableciendo una escuela en su propio hogar. Su entusiasta colaboración en la confección de la bandera es suficiente para figurar entre las primeras mujeres dominicanas que lucharon por la libertad y la independencia de la patria. Murió a la temprana edad de 30 años, el 10 de enero de 1858.

Josefa Antonia Pérez de la Paz (Chepita)

Residía doña Josefa en una modesta casa de madera, ubicada frente a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la ahora calle Arzobispo Nouel de la zona colonial de Santo Domingo. La casa de Chepita Pérez, así la llamaban sus coetáneos, fue elegida por Juan Pablo Duarte y sus compañeros para fundar, el 16 de julio de 1838, la organización política llamada La Trinitaria, cuna de la patria.

Que Duarte y sus discípulos eligieran el hogar de doña Chepita para establecer la primera organización política del país, en los años de mayor intolerancia de las autoridades haitianas, no sólo es una prueba de respeto y confianza hacia ella, sino también el mejor de los ejemplos de que sin la participación de la mujer, mayores hubiesen sido los rigores del patriotismo dominicano en sus momentos más cruciales.

Permitir una reunión secreta y muy arriesgada en su casa no sería su único servicio a la patria, sino haber sido la madre de Juan Isidro Pérez de la Paz, “uno de los próceres más puros de que pueda sentirse enaltecido el patriotismo nacional”.

Muy joven, doña Chepita Perez de la Paz contrajo matrimonio con un capitán oriundo de Polonia llamado Antonio Beer, procreando varios hijos. Había nacido en Santo Domingo el 2 de marzo de 1788. Fueron sus padres Juan Isidro Pérez de la Paz, abogado, y doña Francisca Valerio. Chepita murió en su ciudad natal el 20 de julio de 1855.

 

 

María Baltasara de los Reyes

 

De ella se sabe que fue la primera mujer que, armada de un fusil, dijo presente la noche del 27 de febrero de 1844 cuando se proclamó el nacimiento de la República. En la madrugada del 28 de febrero, sirvió de guardia en una de las fortalezas de la ciudad de Santo Domingo, “e hizo varias incursiones atrevidas en el río Ozama”.

Nacida en la capital en el año de 1798, fue la madre del prócer de la independencia Juan Alejandro Acosta. Cuando en julio de 1843 el nuevo Presidente haitiano, Charles Hérard, se presentó con sus soldados en Santo Domingo para desarticular al movimiento trinitario que había triunfado en las elecciones municipales del mes anterior, María Baltasara ocultó en su casa a Juan Pablo Duarte que era perseguido con saña por el nuevo amo de la situación haitiana. Falleció en 1867, en una común de Higüey llamada Santa Cruz de Gato, donde vivió sus últimos años, en compañía de su hijo, que siempre se distinguió como un destacado soldado de marina.

 

 

Micaela y su hija Froilana

 

Dice el fecundo y meticuloso historiador higüeyano Vetilio Alfau Durán que en los primeros años del siglo diecinueve, numerosas familias dominicanas se vieron forzadas abandonar las villas fronterizas donde vivían debido a los desmanes de los haitianos y que algunas de ellas se establecieron en la común de El Seibo, siendo esa la razón de que la villa oriental “se convirtiera en el centro de las conspiraciones” en los últimos años de la ocupación haitiana de Santo Domingo.

Entre las familias desplazadas a la común oriental se citan a los Rivera, Cabral, Santana, Familia, Luna, entre otras. Micaela Antonia de Rivera había nacido el 13 de julio de 1785 en la histórica villa de Hincha, fruto de la unión matrimonial de Pedro de Rivera y Antonia de Soto. A la edad de 20 años, Micaela casó con Miguel Febles, destacado soldado de la batalla de Palo Hincado y procrearon tres varones y una hija llamada Froilana, nacida en 1814.

Doña Micaela era propietaria de extensos hatos cuando en 1828 contrajo segunda nupcias con Pedro Santana, sin dejar descendencia. Siendo la esposa de Santana, Micaela y su hija Froilana, que casó con Ramón Santana, hermano gemelo de Pedro, “se destacaron en la fabricación de cartuchos” para los soldados seibanos que vendrían a formar parte del ejército que derrotó a los haitianos en las primeras batallas de la independencia dominicana.

Doña Micaela y su hija “también sacrificaron sus prendas y sus haberes para la compra de los primeros buques que debían formar la flotilla nacional, encargada de la defensa de nuestras costas en 1844”. Doña Micaela murió en la provincia de El Seibo a mediados de 1854. La hija continuaría su ejemplo y por su oposición a la dictadura de los seis años de Báez fue desterrada a Puerto Rico, donde adquirió conocimientos de medicina que luego practicó en su villa natal, donde murió el 29 de julio de 1888.

Ana Valverde

Pertenecía a una distinguida familia de patriotas santiaguenses que prestaron valiosos servicios a la causa de la independencia. Al igual que otras mujeres, fabricó muchas balas para la acción heroica de febrero. Por su adhesión a Juan Pablo Duarte, ella y sus familiares fueron expulsadas del país por Pedro Santana. Nacida en Santiago de los Caballeros hacia el año de 1798 en el seno de una familia acomodada, falleció soltera el 20 de noviembre de 1864 en Santo Domingo.

Filomena Gómez de Cova

A doña Filomena Gómez, viuda Cova, corresponde la gloria de haber traído de Caracas la blanca flor que sirvió de símbolo distintivo a las jóvenes simpatizantes de la causa independentista y que ellas exhibían con orgullo, llevándola en el pecho, en su cabellera o en un ojal de su vestido. Esa cándida flor, símbolo de pureza, fue conocida en Santo Domingo con el nombre de filoria, con el cual los seguidores de Santana quisieron ridiculizar a los jóvenes duartistas cuando en una ocasión, cargados de ironía, vociferaron en la plaza pública de la capital ¡abajo los filorios! Filomena era mujer de apreciable instrucción y pertenecía a una familia dominicana de ilustre abolengo. Nació en Santo Domingo en 1800 y murió nonagenaria el 9 de mayo de 1893 en la ciudad que la vio nacer.

Rosa Montás de Duvergé

Fue la esposa inseparable del héroe que durante cuatro años de rudo y constante batallar en los campos del Sur, detenía y derrotaba a los invasores haitianos. Como gobernador de la provincia de Azua y jefe militar de las fronteras, Antonio Duvergé combatió casi a diario en Azua, El Memiso, El Número, Cachimán, Las Matas, Cambronal, Bánica y Ocoa contra las huestes occidentales que insistían en la unificación forzada de la isla. En cada una de aquellas batallas, doña Rosa Montás acompañó a su esposo y se dedicó a curar heridos y se desprendía de sus escasos bienes para darle de comer a los soldados que comandaba el héroe para defender la frontera. Después que su esposo y su hijo fueron fusilados por orden del general Santana en 1855, doña Rosa fijó su residencia definitiva en Higüey, donde vivió, pobre y olvidada, los siguientes cuarentas años. Murió el 19 de octubre de 1895, a la edad de 82 años.

Petronila Abreu y su hermana Altagracia

La señorita Petronila Abreu y Delgado era hermana de doña Altagracia, la esposa del prócer trinitario Juan Nepomuceno Ravelo, cuya familia “fue de las que en el silencio del hogar, acaso en la alta noche, fabricaron balas” para la acción que dejó proclamada el nacimiento de la República. Petronila y su inseparable hermana sacaron pólvora y municiones de la casa de Ravelo y las llevaron a la suya, donde las tomaron los patriotas que conquistaron el baluarte del Conde. Petronila nació en la capital el 13 de mayo de 1815. Cuando Ravelo y Altagracia abandonaron el país en 1858 para irse a vivir a Cuba, donde pasaron el resto de sus vidas, la señorita Petronila siguió también el camino de la pareja y murió el 4 de octubre de 1904, sin que volviera a su patria.

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