Nacionales Sociedad

Caamaño, solo ante la Historia

Written by Debate Plural

Federico Jovine (Listin, 3-2-17)

 

Por primera vez en 44 años, “el coronel no tiene quien le escriba”. En 2016 fallecieron Hamlet Hermann y Claudio Caamaño, últimos supervivientes de la guerrilla, pero también historiadores y apologistas de la gesta; del lado militar sobreviven como actores de primer nivel los Generales Pérez y Pérez, y Ramiro Matos (uno nunca ha hablado y el otro dejó de hablar). Así pues, el desembarco de Caracoles nos encuentra sin ningún participante que nos ayude a entender, qué pasó en aquellos días, dejándonos la indagación histórica como único método para desentrañar la verdad y establecer realidades.

En algún momento del 2 de febrero de 1973, un barco (probablemente un pesquero o carguero cubano con destino a África) fue interceptado por el velero Black Jak,- que había zarpado de Guadalupe 8 días antes-. A bordo iban Pascual Martínez Gil, los hermanos Tony y Patricio de la Guardia, Estebanel, Tenjido y Benigno, en misión de escolta al Coronel Caamaño y sus 8 hombres [ALARC”N; FUENTES]. Probablemente en la madrugada del viernes se hizo el trasbordo meses atrás ensayado [Diario de Caamaño; Entrada 04-11-1973] y ya en la nave, finalmente siendo dueño absoluto de la situación, el Coronel pudo mirar hacia el invisible norte en el que se encontraba Playa Caracoles.

Hermann y Claudio afirmaron hasta la saciedad que el viaje se hizo en el Black Jack, lo cual no tenía sentido -máxime cuando las pruebas documentales obran en su contra-, y si su testimonio siempre fue unánime en cuanto a esto, fue para mantener la credibilidad de la versión oficial inicial: que Cuba no tuvo que ver nada con el desembarco. Acabada la Guerra Fría, nobleza obligaba al desmentido, pero las lealtades entre hombres de armas trascienden los vaivenes históricos, así que mantuvieron incólume la versión, añadiendo algunas historias para cubrir baches narrativos.

El desembarco fue un desastre (preludio del resultado final) y de Caracoles a Nizaito la superioridad del recién creado Batallón de Cazadores se puso en evidencia. Mientras Caamaño fue combatido por soldados de la Tercera Brigada pudo imponerse. Cuando empezó el juego de Yunque/Martillo entre los Cazadores y la Primera Brigada, las oportunidades fueron mínimas.

Toda la historia posterior -de manera deliberada- ha obviado el análisis estructural del proceso y las dinámicas sociales que se vivían en dominicana en 1973: la estimulación de la clase media, la generación de empleos con la sustitución de importaciones, la Presa de Tavera, la Reforma Agraria, la desarticulación de la base obrera y campesina, el aniquilamiento de los Comandos de la Resistencia, y un largo etc. Todo jugaba en contra de Caamaño y su guerrilla. No había la más mínima posibilidad de triunfo y sin embargo no acabamos de entender el motivo sacrificial del viaje.

Porque admitámoslo, vinieron al matadero. La verdadera explicación del fracaso de la guerrilla debe buscarse en Cuba, y no en los archivos del Gobierno, sino en el hecho de que en algún momento Caamaño entrenaba con 38 hombres y llegó con nueve, tras una sangría de abandonos. ¿Qué pasó?, ¿cómo operaba la mentalidad del Jefe militar? Sin lugar a dudas, diferente a la del Presidente del abril glorioso.

Camino a Nizaito los lacerantes -4∞ C de Valle Nuevo en Invierno tuvieron que sortearse sin frazadas, sin abrigos, sin fuego y con poca comida. Un escenario catabólico que no solo limita la fuerza, sino que nubla la razón, y que vivió en carne propia Galán Durán.

Son muchas las incógnitas que quedan por despejar, pero la verdad deja huella por donde quiera que pasa, tan solo hay que buscarla para encontrarla. Mientras tanto, continuamos la absurda tradición de ensalzar héroes sin pasarlos por el tamiz de la razón o la historia, como si se tuviera miedo de que sus yerros y errores disminuyeran su calidad de referentes morales, de esos que hoy, más que nunca, necesitamos.

 

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