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Veloz Maggiolo:“Hay que cambiar la dinámica educativa, para que los jóvenes lean”

Written by Debate Plural

A pesar de que se inició en el quehacer literario de manera prematura, sesenta años después, el doctor Marcio Veloz Maggiolo todavía conserva su profunda pasión por la escritura y, sobretodo, por la articulación de mensajes que dejen enseñanzas y aportes positivos a la sociedad. “Yo escribí mis primeros poemas en 1956, en una obra que se llamaba El Sol y las Cosas y que se publicó en 1957”.

Nacido en el populoso sector de Villa Francisca, el poeta, novelista, arqueólogo, antropólogo, ensayista y profesor universitario ha desarrollado una prolífera carrera, la cual registra significativos aportes en el plano literario y en la ciencia.

Esta versatilidad para manejar de manera magistral diversos géneros literarios y para realizar aportes científicos lo ubican en la meca de la intelectualidad en la República Dominicana.

Ha escrito más de 70 títulos y le da los toques finales a dos proyectos literarios que próximamente publicará. En entrevista para El Universitario, el laureado intelectual dice que la literatura le sigue importando mucho y que un escritor siempre siente que le falta algo por hacer.

“En mi infancia y en mi adolescencia yo fui un lector, ya que mi padre, Federico Veloz Molina, que es autor de un libro sobre la misericordia, tenía una pequeña biblioteca donde guardaba importantes libros del período clásico, principalmente de historia. Recuerdo que leía a El Quijote, los Doce Césares y también leí muchos libros prestados, porque no tenía condiciones para comprarlos”, narra el autor de Creonte y de Intus, con el cual obtuvo el Premio de Poesía Gastón Fernando Deligne en 1962.

Para Veloz Maggiolo, el profesional que no tiene curiosidad se queda corto intelectualmente hablando, por lo que siempre vive explorando en los libros en busca de nuevos conocimientos para compartirlos a través de sus narraciones literarias, con las cuales busca impulsar el cambio social.

Egresó en 1962 de la carrera de Filosofía y Letras de la Universidad de Santo Domingo, UASD, donde considera adquirió la capacidad de sistematizar la cultura y el conocimiento.

Otorga sus créditos a los brillantes profesores y asesores que tuvo en su época de estudiante. Resalta a Máximo Coiscou Henríquez y a quien considera su principal mentor, el maestro Antonio Fernández Spencer.

Se inició por todo lo alto en la literatura bíblica con la novela El buen ladrón, en 1960, la cual recibió el Premio William Faulkner a la mejor narración dominicana de ese año, que también publicó la Colección Arquero.

Influencias en su estilo

Albert Camus fue uno de los autores que más influencia ejerció sobre el estilo de Veloz Maggiolo, según cuenta el reputado intelectual a El Universitario, precisando que la obra El Extranjero le provocó un gran impacto.

“Yo tuve mucha influencia de la obra El Llano en Llamas, de Juan Rulfo, un insigne novelista mexicano. Yo tuve influencia del autor de José Trigo, Fernando del Paso, quien recientemente ganó el premio Cervantes”, apunta.

Constructor de tendencias literarias

La lectura de libros modernos le permitió al también periodista saber que había formas novelísticas diferentes al Realismo, lo que era típico en la literatura dominicana. Se considera, junto a Aída Cartagena Portalatín, como el constructor del proceso de transición hacia otro tipo de corriente literaria.

“Nosotros salimos del Realismo con Aida Cartagena y conmigo. Aida publicó Una Escalera para Electra, que es una ruptura con el Realismo y produce una literatura de espacios diferentes, entre lo cual entra la técnica europea del momento. Y nosotros intentamos hacer eso con la novela existencialista también. Entonces, hay una ruptura que en parte es hecha por la Universidad, Aida fue profesora de arte mucho tiempo”, explica.

Su paso por las aulas universitarias

De su paso por las aulas universitarias, Veloz Maggiolo recuerda la calidad de los profesores de la época, destacando las grandes enseñanzas del maestro Roble Toledano, quien era experto en la literatura clásica y Vetilio Alfau Durán, reputado historiador.

“Y yo tenía la asesoría de Antonio Fernández Spencer, que después por razones de la guerra de abril nos separamos. Pero el fue para mí la figura clave para yo aprender rápidamente lo que a otro le costaba mucho tiempo, porque era mi profesor en la universidad, pero también era mi amigo”, subraya el autor de la Vida no Tiene Nombre.

Su visión sobre la sociedad de hoy

El intelectual considera que se necesita un cambio que permita que la cultura avance y que contemos con una sociedad más honesta, donde desaparezca la corrupción. “A los puestos públicos deben ir personas capacitadas para que hagan un aporte a la sociedad”.

Estima que la UASD, como academia estatal, debe trabajar en la construcción de ese necesario cambio social. “Hoy vivimos en un capitalismo brutal, donde la gente mata por un celular, no para usarlo, sino para venderlo. Eso es un indicador de la deformación del ser humano”.

Favorece un cambio de dinámica en materia educativa, ya que en el actual esquema de enseñanza no se usa el libro. Estima que la figura del maestro hay que elevarla y que en la nueva jornada extendida hay que inculcarles a los jóvenes el hábito de lectura.

De todas sus publicaciones, considera que la obra La Mosca Soldado ha sido la mejor lograda, por el gran impacto que produjo. Celebra que una intelectual de nivel de Flérida Nolasco haya considerado ese título como la mejor novela de la República Dominicana.

Obras publicadas

Literarias: El Sol y las Cosas (1957), El Buen Ladrón (1960), Creonte y Seis Relatos (1961), Intus (1962), El Prófugo (1962), Judas -La Vida no Tiene Nombre (1965), Los Ángeles de hueso (1966), Cultura, Teatro y Relatos en Santo Domingo (1969), De abril en Adelante (1975), Sobre Cultura Dominicana (1977), De dónde Vino la Gente (1978), Sobre Cultura y Política Cultural en la República Dominicana (1980) y La Biografía Difusa de Sombra Castañeda (1981).

También La Palabra reunida (1981), Novelas Cortas (1981), La Fértil Agonía del Amor (1981), Apearse de la Máscara (1986), Florbella (1986), Cuentos, Recuentos y Casicuentos (1986), Poemas en Ciernes y Retorno a la Palabra (1986), Materia Prima (1990), Ritos de Cabaret (1992), El Jefe iba Descalzo (1993), Trujillo, Villa Francisca y otros Fantasmas (1996), El hombre del Acordeón (2003), La Mosca Soldado (2004).

Antropológicas y científicas: Arqueología prehistórica de Santo Domingo (1972), El Precerámico de Santo Domingo, nuevos lugares y su posible relación con otros puntos del área antillana (en colaboración con Elpidio Ortega, 1973), Esquema para una revisión de nomenclaturas arqueológicas del poblamiento precerámico de las Antillas (en colaboración con Plinio Pina y Manuel García Arévalo, 1974) entre otras.

 

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