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La troika entre el cartel dominicano de la construcción y las empresas brasileñas Odebrecht y Andrade Gutierres

Written by Debate Plural

Debateplural.com, comparte el artículo de Hamlet Hermann, de fecha 16/8/2010, titulado “Construcción en tiempo de samba”,  donde se ve claramente que las empresas brasileñas Odebrecht y Andrade Gutierres formaron una troika descomunal en las decisiones de las mega obras en República Dominicana. 

 

El presidente Leonel Fernández se regodea este 16 de agosto, aniversario del Grito de Capotillo, con las inauguraciones de varias obras públicas como si necesitara esos estímulos para sobrevivir. En medio de una crisis económica provocada en gran medida por el despilfarro electoral reciente, podemos apreciar el gasto de millones de dólares en obras cuyo beneficio para la ciudadanía es sumamente discutible.

La más contraproducente de estas obras es el conjunto de estructuras viales llamado “Corredor Duarte” a lo largo de la avenida “27 de Febrero”. Ante las colosales cifras que se siguen gastando surge una pregunta tonta: ¿Se le ocurrió a algún funcionario de este Gobierno hacer una evaluación objetiva de los efectos causados por los elevados construidos anteriormente sobre esa avenida antes de apresurarse a construir nuevas estructuras del mismo tipo? Por supuesto que no. Una evaluación confiable de la incidencia de esos elementos en el entorno de la ciudad fue realizada por el arquitecto Erick Dorrejo con los auspicios de la Universidad Politécnica de Madrid. Como era de esperarse, el Ministerio de Obras Públicas no le hizo caso a las evidencias allí analizadas.

No es la primera vez que se dice que este “Corredor Duarte” es un absurdo de principio a fin. Todo aquel que vive en esta ciudad, mantiene los ojos abiertos y conserva un poco de lucidez al pensar puede darse cuenta de que los primeros pasos a desnivel construidos en la avenida “27 de Febrero” se hicieron obsoletos en cinco años. Siendo así, ¿en qué cabeza cabe que facilitando el acceso a más vehículos livianos por los elevados se vaya a mejorar el tránsito? ¿No irán todos, en definitiva, a parar a los “cuellos de botella” que ya existen desde hace años? Claro que sí. Es cuestión de lógica, Estúpido.

¿Qué sucede cuando una tubería de desagüe de aguas negras que muestra signos de oclusión no es despejada primero, sino que se le aumenta el caudal de desechos? Evidentemente se desborda y esparce las heces. “La 27”, “La Kennedy” y sus vías anexas no se han ampliado, así como no se han construido distribuidores que compensen el colosal acceso que se está propiciando con los nuevos pasos a desnivel. Sin lugar a dudas, la aglomeración de vehículos será mayor y se harán obsoletos en menos de cinco años.

Las empresas brasileñas que ahora dominan el escenario de las mega-obras han propuesto muchas de esas, eligen los lugares donde ubicarlas, no hacen caso a las leyes de licitaciones públicas, establecen los precios unitarios de acuerdo con su voracidad y sus diseños no son sometidos a una revisión que garantice larga duración en el servicio.

Los cariocas han adquirido una importancia descomunal en las decisiones gracias a la complicidad que mantienen con altos niveles del Gobierno. Son tan osados que se han atrevido a asumir la representación del Estado dominicano ante entidades financieras multinacionales para gestionar préstamos que les permitan seguir con el festival de las megaobras improductivas gracias a aumentar el endeudamiento externo.

Debe aclararse que ese cártel de la construcción es voraz, aunque no ignorante. Ellos saben bien que la solución del tránsito no está en facilitar la circulación a los vehículos livianos por esos elevados mientras lo prohíben a camiones y autobuses.

El objetivo del poderoso grupo está en el fortalecimiento económico de sus principales empresarios. No en balde el sector transporte en el Gobierno dominicano está en manos del cártel de la construcción. No optan por colectivizar el transporte con autobuses, como lo intentó el presidente Fernández a partir de 1997, porque no les da beneficios en comisiones bancarias, en sobreprecios, ni en manejos ocultos del erario.

Es evidente que al cártel no le importa el caos que provocan durante las construcciones no planificadas como tampoco es tomada en cuenta, en sus diseños, la seguridad de los peatones.

Esto así, estamos ante un contubernio inaceptable entre el cártel dominicano de la construcción y las empresas brasileñas, el cual no parece tener límites para saciar su afán de lucro.

Mientras tanto, los problemas en el tránsito de Santo Domingo se agravan y aumentan los tapones mientras nos hemos quedado esperando por las prometidas soluciones.

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