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Batallas de marzo notificaron ante el mundo la independencia dominicana

Written by Debate Plural

Yannerys Paulino (El Universitario, marzo 2015)

 

Una de las características particulares que tuvo el proceso de consolidación de la Independencia Nacional con las batallas libradas en Azua y Santiago el 19 y 30 de marzo, respectivamente, es que con respecto al proceso de emancipación conocido en el resto del continente desde los inicios del siglo XIX, en lugar de llevarse a cabo la lucha contra la gran metró- poli europea (España), los dominicanos forjaron la República luchando contra el liderazgo político-militar del joven Estado haitiano, cuyo ejército, comandado por Jean Pierre Boyer, ocupaba Santo Domingo desde 1822. Así lo considera el maestro Héctor Luis Martínez, profesor de la Escuela de Historia y Antropología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Tras hacer un análisis de la situación de la isla para la época, el maestro Martínez entiende que en principio “la proclamación de la independencia en febrero de 1844 fue valorada por el presidente Charles Herard como un hecho aislado que sólo de manera pasajera suspendía el control del este de la isla por los haitianos”. El historiador apoya esa idea en la numerosa expedición militar que, dividida en diferentes columnas, invadió tierra dominicana en marzo de 1844, lo cual dio origen a la refriega de Azua, por el sur, y por el norte, la batalla de Santiago, llevada a cabo el 30 del mismo mes.

“Las acciones militares se iniciaron al amanecer del 19 de marzo. En el camino de San Juan, Los Conucos y El Barro, los dominicanos, en no más de tres horas de acción, y haciendo provecho de efectivas emboscadas, rechazaron con éxito al general haitiano Thomas Héctor y sus tropas. El éxito de los dominicanos, en lo que para ciertos analistas del arte de la guerra no fue más que un choque de vanguardia, se debió, en parte, a la determinación de Fernando Tavera de contener el avance del general Souffront en Neiba, evitando de ese modo que acompañara al presidente Herard en los hechos dados en Azua el 19 de marzo”, narra el maestro.

Héctor Luis Martínez detalla que en el caso de Santiago, los dominicanos se organizaron en los frentes Dios, Patria y Libertad, lo que dijo refleja la influencia el pensamiento de Duarte, pues se trata del lema que identificaría el nuevo Estado establecido en el juramento trinitario. “Previo a las acciones de Santiago, las tropas haitianas, comandadas por el general de división Pierrot, vencieron a Francisco Antonio Salcedo en Talanquera”, explica el historiador. El primer acto de la batalla de Santiago ha sido denominado por muchos como “la Carga de los Andulleros”, lo que generó una gran sorpresa para los jefes y tropas haitianas, que jamás esperaban tan firme resistencia. En el segundo acto destaca la acción del capitán José Ma. López y sus artilleros.

El historiador Martínez explica que fue la firmeza y la estrategia de combate implementada por los dominicanos lo que desmoralizó y provocó el retiro de los haitianos, lo cual dijo fue convenido sin hostilidad, aunque fueron atacados con éxito por Francisco Caba y Bartolo Mejía en las inmediaciones de Talanquera y Guayubín.

A pesar de que las tropas dominicanas eran mucho menos en número, Héctor Luis Martí- nez entiende que fue la inspiración y el sentido de pertenencia por lo dominicano lo que incidió en el triunfo de los dominicanos, quienes no sólo salieron victoriosos en estas batallas, sino también en las que la República Dominicana tuvo que librar frente a los haitianos durante los años siguientes.

“Otro factor a tomar en cuenta fue el exceso de confianza de los comandantes haitianos, quienes pensaban que no tendría ninguna resistencia y que sería fácil recuperar el control de Santo Domingo. También se debe ponderar el arrojo de los dominicanos, su defensa intransigente de la soberanía y sus acertadas estrategias de lucha”, concluye.

Dominicanos destacados en sendos combates

En Azua, las tropas dominicanas, (aunque se trataba de combatientes reunidos al calor de los hechos, sin disciplina ni formación militar), tuvieron por comandante al general Pedro Santana, junto a Feliciano Martínez, Antonio Duvergé, Vicente Noble, los cañoneros Francisco Soñé y José del Carmen García, entre otros.

En Santiago, José María Imbert tuvo el papel de jefe superior, por designación del general Matías Ramón Mella quien, en compañía de Ramón Mena y José Desiderio Valverde, reclutó gente de Santiago y su entorno y dio las instrucciones militares que requerían las circunstancias. El maestro Martínez sostiene que se debe estudiar el papel de Mella en el proceso de afianzamiento de nuestra Independencia, para verlo en su justa dimensión.

Explica que junto a Imbert destacan el coronel Pedro Eugenio Pelletier; su asistente, Fernando Valerio, comandante de las tropas de Sabana Iglesia; Ramón Martínez y Marcos Trinidad, comandantes del fuerte Libertad con tropas reclutadas en La Vega; Angel Reyes, guía del batallón La Flor, Aquiles Michel, entre otros. Cabe destacar el papel de Juana Saltitopa, conocida por el apodo de La Coronela, quien, presumiblemente con otras mujeres, suplía el agua requerida tomándola del río Yaque.

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