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El vil asesinato del Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo, histórico héroe de la libertad

Written by Debate Plural

Julio Escoto Santana (D. Libre, 13-12-13)

El sábado 21 de diciembre se cumplirán 50 años del vil y despreciable asesinato del Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo [Manolo] y sus 15 compañeros, llevado a efecto en «Las Manaclas», en una fecha similar del 1963; crimen tipificado como de lesa humanidad que demostró, que el ilegal Triunvirato que desgobernaba el país después de ser derrocado el Gobierno Constitucional del Prof. Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963 por fuerzas oscuras, retrógrados y reaccionarias, llegó a extremos increíbles de violación y desprecio a los tratados sobre los usos y costumbres de la guerra que «establecen las dignidades humanas en el marco de las tragedias que ella representa en relación con los muertos, los prisioneros, los heridos y la población civil en países y zonas en conflicto armado.»

En la realización de esa inicua acción que generó la renuncia del Lic. Emilio de los Santos como Presidente del Triunvirato, los militares golpistas que la ejecutaron, no reconocieron la grandeza del contrario, y, luego de matarlo de manera cruel, se declararon «vencedores» de una desigual batalla, cuya ensangrentada y pírrica «victoria» la lograron sobre el envilecimiento de los antagonistas que ellos catalogaron de «sus enemigos,» a los que no trataron como un «adversario digno» porque previamente, lo habían desprovisto de todo mérito.»

Con mucho dolor se debe recordar, que el Plan de la Insurrección Armada -por su desenlace fatal- fue calificado por algunos, «como un verdadero desastre y un humillante fiasco que arrojó un saldo aterrador de víctimas,» y que dio razones para el descontento y la indignación de sus familiares, de un buen número de militantes de la Agrupación Política 14 de junio y a determinados ciudadanos, tanto por esa precipitada acción, como por las horripilantes muertes de sus parientes, compañeros y amigos, que -por su naturaleza criminal- se probó que no respetaron sus vidas una vez que estuvieron desarmados en manos de esa tropa sedienta de la sangre de sus hermanos dominicanos ¡Cuánta perversidad!

Aunque otros, también han reconocido, que los guerrilleros estuvieron equivocados en sus métodos, sin embargo, estimaron que dieron a su causa «la palma del martirio.»

Acerca de ese infame hecho el escritor Edwin Disla autor del libro titulado «Manolo,» en la pág. 580, indica lo siguiente: «Los fusilamientos sumarios llevados a efecto contra Manolo Tavarez y sus compañeros los ejecutó una escuadra de las Fuerzas Especiales [anti-guerrilla] comandada por el Capitán de la Fuerza Aérea Dominicana [FAD] Darío Díaz Gil [a] «El Moreno» quien -según se afirma- estaba bajo las órdenes del entonces Mayor de dicha Institución, Ramiro Matos González;»

«Dolorosamente impresionado, Sergio dijo que el cadáver de Manolo, aunque cosido a balazos y puñaladas como los demás, no tenía la cara desfigurada. Parece que los militares deseaban que lo reconocieran de una vez, para que no tuvieran dudas de su asesinato.»

«Dos características más de su cuerpo me llamaron la atención; sus intestinos brotados y una herida horrible de un largo cuchillo que tenía en el costado derecho con salida por el izquierdo. Esa debió ser mortal; y se enteraría que el militar causante de la herida horrible, fue un Capitán paracaidista de la aviación de apellido Díaz, a quien le decían El Moreno.»

Es de obligada necesidad subrayar, que en esas ejecuciones sumarias se violaron no tan sólo lo establecido por nuestro Código Penal, sino también, lo dispuesto sobre el particular en la Convención de Ginebra de 1949, que en su artículo 3 precisa lo siguiente; «Los combatientes que hayan depuesto las armas y las personas puestas fuera de combate por enfermedad, herida o detención serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable. A este respecto, prohibe, en cualquier tiempo y lugar: a) los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios.»

Basado en lo determinado por el referido Art. 3 de dicho Convención, fueron juzgados aquellos que en la Segunda Guerra Mundial cometieron crímenes tipificados como de lesa humanidad que no prescriben; después, los militares de Argentina, Chile, la antigua Yugoslavia y asimismo, a los que en otros países realizaron hechos similares, por lo que los familiares de esas víctimas aún tienen derecho a presentar querella contra los autores de los mismos.

Sin embargo, hasta hoy, ningún Procurador General de la República ha iniciado ni intentado llevar a cabo una investigación profunda sobre esos asesinatos; ni mucho menos, sometido a la justicia a ningún militar de los que participaron en esos horrendos crímenes.

¿Hasta cuándo la justicia dominicana seguirá encubriendo esos monstruosos crímenes de Estado; cuándo comenzará a procesar e imponer sanciones penales a sus autores; y consecuentemente, hasta cuándo mantendrá su indiferencia ante esa indignante impunidad que asquea?

Por todo lo que se señala en el testimonio que aparece en el libro del autor ya citado, se comprueba, «que Manolo y sus 15 compañeros no murieron en un fuego cruzado; que ellos se rindieron y estaban desarmados e indefensos cuando fueron vilmente asesinados;» y por la saña con que se hicieron esas ejecuciones sumarias se evidencia, «que se llegó a extremos increíbles de desprecio por los sentimientos tradicionales de la humanidad,» porque quienes integraban esa guerrilla no eran unos delincuentes, ni unos bandoleros, ni criminales; sino, hombres que desde las motivaciones de sus inconformidades y rebeldías juveniles abrazaron ideas progresistas; y en su adultez creyeron -equivocadamente o no- que a través de una guerra de guerrillas era el único método de lucha contra ese desgobierno usurpador que aceptó desconocer la expresión mayoritaria del pueblo dominicano expresada democráticamente el 20 de diciembre de 1962 cuando eligió como Presidente de la República al Profesor Juan Bosch.

El pueblo dominicano sí sabe, y el ilegal Triunvirato también sabía muy bien, que Manolo no era un radical, un intransigente, un anarquista, un intolerante, ni tampoco, un terrorista; que era un hombre de principios, honesto a carta cabal con ideas revolucionarias, y que había contraído enormes compromisos políticos con su país; y que obligado por las circunstancias, asumió responsabilidades mayores, y tuvo que embarcarse en una misión sumamente riesgosa en la cual no ignoraba que existía una gran posibilidad de perder la vida; como en efecto sucedió.

Pero esas fuerzas oscuras al servicio del mal que asesinaron vilmente a Manolo, no pudieron evitar que después de su fusilamiento sumario, su estatura moral y política se agigantara con el tiempo; y aunque ayer fue un Mártir, hoy, es un Héroe Nacional; y como tal, su vida, su obra y su historial político tienen que ser conocidos sobre todo, por la juventud dominicana que será la generación de relevo; y su sangriento final aclarado y sancionado para que formen parte de la Historia Republicana de este país y todo eso sea insertado en la Memoria Histórica de nuestra Nación.

Son muchos los que sostienen, que la muerte de Manolo quedó sellada desde el mismo momento que pronunció su célebre discurso en el Parque Independencia de la ciudad de Santo Domingo el 14 de junio de 1963; pero todavía, a 50 años de su indigno asesinato, la sociedad dominicana aún espera respuestas a las siguientes interrogantes:

¿Quiénes instigaron su fusilamiento?

¿Quién lo ordenó?

¿Quién o quiénes lo ejecutaron?

¿Por qué no han sido apresados y juzgados sus asesinos a pesar del conocimiento, que según algunos afirman, poseen determinadas autoridades militares de ese tiempo, y de los señalamientos certeros hechos por la voz del pueblo acerca de quiénes dieron las ordenes, de quienes fueron sus ejecutores y cómplices?

El actual y diligente Procurador General de la República tiene la palabra sobre la última interrogante.

¿Hasta cuándo la justicia dominicana seguirá encubriendo esos monstruosos crímenes de Estado?

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