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Eva Forest: Rebelde y generosa

Written by Debate Plural

Graciela Azcárate  (Hoy, 2-6-07)

Es importante que los intelectuales y los artistas tengan conciencia de su situación social en el mundo que habitan y de la responsabilidad que ello conlleva”.

“Cuando el intelectual o el artista se rebela abiertamente contra el poder, entonces llega el acoso, la persecución y en ocasiones la muerte. (…) el intelectual y el artista que toma conciencia de su responsabilidad y se implica en una lucha y es coherente con sus principios, no se diferencia en nada del sindicalista coherente, del campesino coherente, del administrativo coherente. Todos están implicados en un mismo proceso y para el poder todos son enemigos a eliminar”.

Entrevista a Eva Forest en Rebelión – Kaos. Izquierda a debate.

Cuando Harold Pinter recibió el premio Nobel en el año 2005 la única editorial que había publicado su obra en España era la Editorial Hiru, dirigida por la escritora catalana Eva Forest.

Precisamente, en la “Historia de vida” publicada el sábado 29 de octubre de 2005, que relataba una polémica en torno al premio Planeta citamos palabras de Eva Forest:  “Pensamos que hay cosas más importantes (que ganar dinero). Despertar la curiosidad por la lectura, por descubrir la verdad del entorno; agudizar la sensibilidad frente a tanta anestesia para la injusticia, la opresión y otros aspectos del crimen que permanecen interesadamente ocultos.

Ella insistía, en la larga entrevista celebrada con una periodista cubana que había que: “Develar la mentira: que los dormidos despierten, que los despiertos adquieran compromiso”.

Eva Forest falleció la semana pasada en el país vasco.

Con ella se va una España emblemática que vivió el encierro de cuarenta años de franquismo, que pudo librar las batallas del silencio y la censura con valentía y coraje.

Al releer estas declaraciones que anteceden, la figura de Eva Forest y la de su esposo el dramaturgo Alfonso Sastre empujan a repensar esas vidas que son paradigmáticas.

Eva Forest nació en Barcelona, en 1928. Sus padres eran  anarquistas y librepensadores por tanto como consideraban la escuela una institución represiva se encargaron de la educación de Eva en el hogar.

“El sentimiento de solidaridad es algo que he vivido mucho en mi casa. Mis padres eran anarquistas y vivíamos la solidaridad como algo muy grande. Recuerdo, por ejemplo, la fuerza que tenían palabras como “huelga”. Entonces yo vivía la solidaridad como un sentimiento muy fuerte y sin demasiada reflexión, porque sólo era una niña”.

Ingresó a  la carrera de Medicina en Madrid y trabajó en el departamento de Psiquiatría del Hospital Provincial, donde fue amiga y compañera de  de Luis Martín Santos y de Carlos Castilla del Pino.

“Estudié la carrera de medicina y fue precisamente en mi época de estudiante cuando volví a tomar un contacto muy estrecho con el concepto de solidaridad, ya que empecé a enviar medicinas a los presos de los primeros años de la dictadura franquista. A medida que una entra en contacto con la solidaridad empieza a contactar con los pueblos y con su historia casi de una manera normal”.

En 1955 conoció al escritor y dramaturgo Alfonso Sastre, con el que se casó al poco tiempo. En 1956, Sastre fue procesado por los tribunales franquistas y el matrimonio se exilió en  París, donde nació su primer hijo, Juan. En aquella época, Eva Forest abandonó la carrera de Medicina y empezó a  interesarse por la sociología.

Inspirada en la represión vivida en 1956 en la Universidad de Madrid, escribió su primera novela: “Febrero”.

En 1962, se solidarizó con los mineros asturianos durante las grandes huelgas de ese año,  razón por la cual fue  encerrada  en prisión, con su hija Eva, recién nacida.

En 1966, viajó a Cuba y vivió cuatro meses en Sierra Maestra donde registró la vida de los campesinos.

“Cuando ocurrió la revolución cubana me interesó conocer, desde el punto de vista antropológico, qué significaba para un pueblo ser protagonista de un proceso revolucionario. Pasé cuatro meses en una granja de una zona analfabeta y allí seguí tomando conciencia de muchas cosas. Era la época de la guerra de Vietnam. Siempre anduve por esta línea solidaria y libre”.

 Con el material recopilado escribió un voluminoso libro que fue prohibido por la censura española titulado “Los nuevos Cubanos”.

A su regreso de Cuba, junto a otros compañeros creó el Comité de Solidaridad con Vietnam, editaron un boletín clandestino de noticias llamado:”Información”, que circuló con regularidad durante años, y “Estado de Excepción”, hoja informativa que llegó a alcanzar una gran difusión y popularidad.

Fue en el transcurso del Proceso de Burgos contra militantes de ETA cuando creó en Madrid el Comité de Solidaridad con Euskadi. Unos años después, en el 74, bajo el seudónimo Julen Aguirre, publicó «Operación Ogro», sobre el atentado contra el almirante Carrero Blanco.

El 24 de setiembre de aquel mismo año fue detenida acusada de colaboración con ETA y pasó tres años en prisión preventiva.

En prisión escribió “Diario y cartas desde la cárcel” y “Testimonios de lucha y de resistencia”. Inició un extenso trabajo «Tortura y democracia», una de las líneas de actividad que siguió hasta el final de sus días.

Fue dejada en libertad en 1977. Desde esa fecha se mudó junto a su esposo y sus hijos a la localidad de Hondarribia.

Después de la muerte de Franco y ya en democracia se dedicó a trabajar por los derechos humanos, promovió trabajos constantes de denuncia de la tortura y la represión en general en todo el mundo.

En 1979 impulsó la creación del TAT, Grupo contra la Tortura, y publicó un trabajo monográfico sobre el tema en «Punto y Hora», revista con la que colaboró asiduamente. En ella publicó un trabajo sobre Noam Chomsky, fruto de sus conversaciones en EEUU con el pensador norteamericano. También un “libro “ por capítulos, “una especie de viñetas cómicas” , titulado “Onintze en el país de la democracia”, protagonizado por una mujer detenida y torturada por la Guardia Civil.

Desde 1992, dirige Hiru, una pequeña editorial que publica libros en formato de bolsillo.

“Cuando me paro a pensar en la editorial me doy cuenta de que tiene mucho que ver con un comité de solidaridad clandestino que teníamos en Madrid. Hiru es un poco la continuación de aquella actividad en democracia y sin clandestinidad. Hay cantidad de libros y mucho material que debería circular porque despierta las formas de pensar y enriquece a las personas, y que no circula, no porque exista una censura explícita que prohíba su circulación, sino porque la industria actual de las editoriales está más por el mercado y por conseguir dinero que por otra cosa. En este contexto nosotras, las tres mujeres que empezamos, teníamos algo muy concreto: las obras de Alfonso Sastre. Y es que sus libros estaban, por decirlo de alguna forma, extinguidos. Se habían publicado, se habían agotado y nadie los había vuelto a editar. Este fue nuestro principal móvil: publicar sistemáticamente la obra teatral de Alfonso Sastre.

Desde el primer momento estuvo claro que iríamos despacio pero que publicaríamos todo lo que pudiéramos. Al principio yo tenía entre manos dos libros que quería que se publicaran, uno de Noam Chomsky y “La otra historia de Estados Unidos” de Howard Zinn. Este último se trata de un libro muy progresista que nadie quiso publicar con la excusa de que era muy largo. Nosotras teníamos muy claro que cuando consideráramos que un libro era interesante lo publicaríamos fuera largo, corto, o tuviera impedimentos. Tuvimos suerte porque le dieron el premio Nobel a Darío Fo y nosotras ya habíamos publicado “Muerte accidental de un anarquista” y “Tengamos el sexo en paz”, entre otros. Desde el principio hemos tenido muy claro que la editorial no había nacido para hacer dinero”.

En 1998, realizó su primer viaje a Irak, y  publicó “Irak, ¿un desafío al nuevo orden mundial?”.

En un encuentro de intelectuales y hablando de la violencia y de la responsabilidad del intelectual dijo:  “No son ni más sensibles, ni más inteligentes, ni más fuertes, ni mejor dotados. Ni menos vulnerables a la corrupción, ni más honestos tampoco. Y sin embargo, pensamos que pueden desempeñar algún papel en esta sociedad, colaborar a la hora de cambiarla, intervenir de alguna manera en la medida en que su proyección pública les da una dimensión que la gran mayoría no tiene. Como dice Chomsky gozan de una situación social privilegiada en relación a otros pero tambien tienen una responsabilidad social”.

Cuando el intelectual, consciente de su privilegiada situación, actúa con coherencia y se enfrenta al poder pasa a ser un sospechoso que corre riesgos muy grandes.

Pensar y ser coherente con lo que se piensa tiene sus riesgos. Es un camino difícil, es verdad, toda una larga aventura que puede condicionar una vida y que a muchos les da miedo y la abandonan. Pero para otros merece la pena frente al adocenamiento, la anestesia y la muerte que nos preparan si no reaccionamos a tiempo.  Es así como Howard Zinn, que fue bombardero en la segunda guerra mundial y creía honestamente que venía a Europa a luchar por la democracia, tomó conciencia de la mentira y la aberración en la que le habían implicado y llegó a ser el magnífico historiador de “La otra histora de los EE.UU.” y la gran persona de admirables dimensiones humanas y políticas”.

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