Andrés L. Mateo (Hoy, 4-4-12)
Algunos economistas dicen que la acumulación originaria desempeña en la economía el mismo papel que tiene en la teología el pecado original. Es más, la metáfora se propagó a partir del capítulo XXIV del famoso libro de Carlos Marx , El capital; puesto que aunque dicha acumulación no es fruto del régimen capitalista que Marx estudiaba, es sin embargo punto de partida de él. Lo que explica en realidad la acumulación originaria es cómo se forma el acervo primario de riqueza en manos de capitalistas. Marx sobreabundó respecto de que este proceso no tenía nada de idílico, y dibujó el carácter del sistema atendiendo al grado de explotación y pillaje que esta acumulación originaria acarreaba.
Esta categoría histórica ha servido para estudiar numerosas formaciones sociales, y fue lo que, por ejemplo, Juan Bosch intentó en su muy celebrado libro Composición social dominicana. Sólo que las ciencias sociales dominicanas son poco creativas, y han operado siempre repitiendo sus propios esquemas. Si bien es cierto que, en nuestra historia, como en el modelo inglés que Marx describió, las grandes acumulaciones originarias están asociadas a la expansión del carácter capitalista del modo de producción; no es menos cierto que hoy este fenómeno de acumulación de riquezas tiene un ámbito más vinculado al ejercicio del poder político, al menos en la República Dominicana.
¿No alcanza ya más peso específico en la riqueza nacional el dinero de la corrupción política? ¿No se han tenido que plegar las oligarquías tradicionales al empuje de la corrupción corporativa proveniente de los grupos políticos? ¿No es la práctica política una de las vías más expeditas de ascenso económico en nuestro país? ¿Cómo entender que dos o tres funcionarios del gobierno del PLD hayan acumulado una fortuna personal tan considerable que compite con la de la oligarquía tradicional, sin que esta oligarquía reaccionara?
El caso es que las ciencias sociales dominicanas tienen tareas por delante, que ameritan de una dosis de creatividad. Porque no se trata solo de usar la antropología para estudiar el baquiní de los pobres, o la manera de morir en Villa Mella; ni la arqueología para desenterrar el último huesito del pobre indio boquiabierto que vio al peninsular español pisar la isla por primera vez; ni la sociología para dibujar la estratificación de clase del virreinato de los colones, ni la economía para explicarnos la evolución del gasto; sino de emplear esos mismos instrumentos para aplicárselos a la sociedad contemporánea.
Y ese pecado original de la acumulación originaria es un tentador reto a la investigación, porque los sociólogos, economistas e historiadores ven multiplicarse los ricos ante sus ojos como la verdolaga, sin que sepamos el acervo primario de sus riquezas; y no dicen nada, no escriben nada; y a uno sólo le queda regresar al capítulo XXIV de El Capital, y enredarse en las barbas del viejo Karl Heinrich Marx, para cuestionar estas máscaras escénicas, como las llamaba él; que son la mediación en un mundo de máquinas, desgarrado por el lucro y la miseria.
Quienes vieron el programa de Nuria Piera del sábado pasado sabrán ahora que no se trataba de un despliegue teórico cuando afirmábamos que el PLD había consolidado una camada de nuevos ricos que había convertido la actividad política en fuente de acumulación originaria, y que aunque el fenómeno no era nuevo, la dimensión corporativa había orientado la naturaleza de ese partido hacia la reproducción económica. La fortuna de Félix Bautista es sólo una muestra de lo que en realidad ha ocurrido, pero si el nivel de acumulación de capital es tan despampanante que deja pasmada a la sociedad en su conjunto, si le sumáramos el resto de los capitales acumulados por la camada de funcionarios en los ocho años de gestión continúa, únicamente así podríamos comprender la dimensión de lo que está ocurriendo.
Entonces podríamos entender el por qué un régimen así requiere de todos los poderes, comenzando por el Ejecutivo; y maneja la Suprema Corte, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Electoral, la JCE, los senadores y los diputados, los síndicos, los aparatos coercitivos y el ejército y la policía, el Banco Central, la Cámara de Cuentas, los aparatos impositivos, la prensa y la instrucción pública, etc. El caso de Félix Bautista hay que estudiarlo a la luz de la acumulación originaria, para saber lo que está ocurriendo en la sociedad dominicana de hoy.