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En abril 012 el dramaturgo dominicano Franklin Domínguez corrigió versión sobre Caamaño en la Embajada de Estados Unidos y desmiente al historiador italiano Piero Gleijeses

Written by Debate Plural

El Dia (4-4-12)

El doctor Franklin Domínguez, quien fuera testigo presencial de importantes momentos de la revolución constitucionalista de abril de 1965, desmiente y aclara determinados episodios narrados por el historiador italiano Piero Gleijeses en su libro “La Esperanza Desgarrada”, particularmente sobre actuaciones del coronel Francis Caamaño y del doctor Héctor García Godoy. Domínguez, reconocido dramaturgo y actual director de Bellas Artes, fue en su momento director de Información del gobierno de Rafael Molina Ureña, así como del Gobierno Constitucionalista de Caamaño y del Gobierno Provisional de García Godoy. “Caamaño no fue a pedir perdón al embajador americano, ni García Godoy fue un traidor, como afirma el historiador italiano”, dijo enfáticamente Franklin Domínguez. A continuación sus declaraciones, ofrecidas en exclusiva para EL DÍA:

“No he tenido en mis manos el libro “La Esperanza Desgarrada”, de Piero Gleijeses, catedrático de la Universidad John Hopkins, de  Washington,  puesto recientemente en circulación en la Biblioteca Pedro Mir de la UASD que, según se afirma, está basada en documentos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos y en testimonios de  protagonistas y participantes en la Guerra de Abril de l965,  pero sí he leído en la prensa acerca de sus afirmaciones de que el coronel Caamaño fue a la embajada norteamericana a pedir perdón al embajador y de que García Godoy había traicionado a los constitucionalistas.

“En mi calidad de protagonista y participante de la Guerra de Abril, ya que tuve el privilegio de ser director de Información, Cultura y Diversiones del Gobierno de Juan Bosch y como consecuencia lógica del gobierno de Molina Ureña, que constitucionalmente lo sustituyó al iniciarse la guerra de abril, y luego del presidente Caamaño, por delegación de Juan Bosch,  y más adelante, en el mismo cargo, al asumir la Presidencia Provisional de la Republica el Dr. Héctor García Godoy;  por haber participado personalmente en la visita a la embajada norteamericana hecha por los militares que acompañaban al presidente Molina Ureña y, además, por haber sido muy cercano colaborador del presidente García Godoy y conocer de sus inquietudes y preocupaciones frente a la difícil situación de divisionismo que confrontaba la República, creo oportuno dar a conocer algunos detalles de mis vivencias personales que contribuirán a aclarar las declaraciones, quizás ligeras o mal documentadas, del historiador italiano, pero que alteran la realidad de la historia,  con el propósito de reivindicar el prestigio y el buen nombre de esos dos hombres que se entregaron de lleno a hacer de nuestro país un mejor país y que merecen el reconocimiento perenne de su pueblo: Caamaño, defendiendo el respeto  al orden democrático, a la voluntad popular expresada en las urnas y a la soberanía nacional; y García Godoy,  empeñado en predicar y tratar de convencer acerca de la necesidad de lograr  la conciliación, la armonía y la paz en la familia dominicana, civil y militar,  que había sido completamente dividida por una guerra innecesaria y sangrienta.

Esto fue lo ocurrido

“Esto fue lo que ocurrió esa tarde del 27 de abril de 1965.  En nuestra calidad de Director de Información, nos  encontrábamos junto al presidente Molina Ureña en el Palacio Nacional,  que, en todo momento,  era una colmena de militares y civiles que seguían muy pendientes de los acontecimientos, cuando sorpresivamente apareció un supuesto funcionario de la embajada norteamericana que pidió hablar con el  presidente Molina Ureña y, al hacerlo,  le informó que el embajador William Tapley Bennett quería hablar con él. Esto, por supuesto, causó un gran revuelo y, sin saber de dónde salió la decisión,  todo el mundo se puso en movimiento, incluyendo al presidente Molina Ureña, rumbo a la embajada norteamericana.  Al llegar allí, todos los militares se vieron obligados a dejar sus armas a la entrada.  Entramos civiles y militares y nos sentamos, en dos filas, una frente a la otra.  Al fondo, en un sofá, se sentó el presidente Molina Ureña junto al reconocido publicista Brinio Rafael Díaz, que, en cierta forma, fungía como uno de sus asesores.

Embajador taimado

El embajador Tapley Bennet nos desarmó a todos al preguntarnos que en qué podía servirnos y al explicarle que atendíamos a su invitación a visitarle afirmó que, en todo caso, era a él a quien le correspondía visitar al Presidente no el Presidente a él, y enseguida  lanzó una andanada contra el movimiento que se había levantado contra el gobierno golpista del triunvirato  y afirmó, muy acalorado que “mi gobierno está muy disgustado porque éste es un movimiento comunista”.  El  publicista Brinio Díaz,   que parlanchín al fin fue el único que habló a nombre del presidente  Molina Ureña, trató inútilmente de convencer al Embajador  de que  el movimiento no era comunista, sino patriótico y democrático, pero el Embajador, que lucía muy nervioso y se paseaba de un lado a otro frente al presidente Molina Ureña,  sólo hacía repetir su disgusto y el del gobierno norteamericano por el levantamiento.  Sólo  Brinio Díaz habló. Quizás Molina Ureña dijo dos o tres palabras, pero, en cierta forma, había palidecido y enmudecido frente a las sorpresivas  acusaciones del Embajador.  Entretanto, a mi  lado,  un coronel a quien yo hasta ese momento no conocía y que luego conocí como el coronel Caamaño, al oír las acusaciones del Embajador, murmuró lo siguiente: “Hijo de la gran… Yo sé lo que voy a  hacer”. Sólo Brinio Díaz habló, nadie más, ni ningún militar.

Caamaño, todavía

Caamaño todavía no se conocía como líder de la revolución, ya que quien gobernaba era Molina Ureña. Caamaño surge como líder al día siguiente, después que se asila el presidente Molina Ureña y él asume el control del movimiento. Por lo tanto,  Caamaño no fue a la embajada a pedir perdón, ya que ni siquiera era una figura conocida por el pueblo hasta ese momento. A mi me tocó acompañar a Molina Ureña a su salida de la embajada. Solo lo acompañábamos Brinio Díaz, el comodoro Homero Lajara Burgos, el profesor Rodríguez y Nemen Yassa Nader. Fuimos a la residencia de uno de los Nanita, en la avenida Bolívar. Se asila Molina y el panorama  cambió. El 28 de abril desembarcan tropas norteamericanas y la guerra civil se convierte en guerra patria en defensa de nuestra soberanía.

“Lo de García Godoy es otra fábula. Él nunca estuvo predicando la conciliación entre los constitucionalistas en Ciudad Nueva, ni prometió a nadie que repartiría los cargos  militares. Él fue el fruto de una negociación entre las fuerzas interventoras, que adoptaron lo de Fuerza Interamericana de Paz (FIP), los norteamericanos al través de la OEA  y  el gobierno constitucionalista para buscar una salida a la guerra de abril, después de muchos esfuerzos por conquistar previamente a otras muchas personalidades que se negaron a asumir la responsabilidad de rehabilitar un país devastado por la guerra y el odio entre hermanos. Algunos de esos candidatos a la Presidencia Provisional no creían ya en el país y pensaban que los norteamericanos ya no abandonarían nuestro territorio. García Godoy asumió el reto. En medio de una grave crisis y enfrentamientos, asumió el poder y lanzó un discurso armonizador que sorprendió a todos, porque hablaba  un lenguaje nuevo, pidiéndole al pueblo unidad,  comprensión, armonizar intereses, conciliar. Y precisamente, antes de morir, García Godoy manifestó en una entrevista que quería ser recordado “más que como un buen gobernante como un gran conciliador”. Él no entregó el país al Gobierno de Reconstrucción Nacional. Eso es falso. Él trató de convencer a los militares del CEFA y a los militares constitucionalistas que lo mejor era aceptar posiciones en el extranjero, a fin de él poder reorganizar el país pacíficamente. Los militares constitucionalistas comprendieron más fácilmente el empeño del Presidente, los demás ofrecían resistencia, pero García Godoy logró llevar al país a unas elecciones y, más aún, consiguió que las tropas norteamericanas se retiraran del país antes de que tomara posesión el gobierno que surgiera de las elecciones. Si a alguien le interesa yo conservo la carta de solicitud del retiro de las tropas que hizo García Godoy,  carta que yo le pedí que hiciera llegar a cada uno  de sus funcionarios, dedicada y firmada por él, para que después no apareciera alguien negándose a reconocerle esta patriótica y nacionalista solicitud.

Un ser superior

“García Godoy es, como decía Freddy Prestol Castillo frente a su tumba, un ser humano superior e irrepetible. El pueblo dominicano tiene una gran deuda de reconocimiento a su increíble gestión como gobernante moderado, justo, equilibrado y altamente preocupado por el bienestar de su patria y la mejor convivencia de su pueblo.

“Ojalá el historiador Gleijeses aceptara mis aportes de vivencias de primera mano y rectificara acerca de estas dos grandes figuras: Caamaño no fue a pedir perdón a la embajada y García Godoy  fue un ser muy especial, increíblemente preocupado por el porvenir de su Patria, lamentablemente ocupada por tropas extranjeras y ferviente  amante de su pueblo,  no un traidor”.

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