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Haciendo memoria sobre hechos y casos de corrupción en República Dominicana (XXI)

Written by Debate Plural

Francisco Álvarez (Acento 27/10/2012)

La igualdad es reemplazada por el favoritismo, la discrecionalidad, el nepotismo y el clientelismo. El acceso a la información se restringe. La libertad de prensa y de expresión sufre detrimento. Cualquier mecanismo es bueno para lograr el silencio y la opacidad.

El modelo puesto en marcha por Joaquín Balaguer, en 1966, para perpetuarse en el poder utilizando los recursos del presupuesto ha sido potenciado por el Partido de la Liberación Dominicana, que lo ha perfeccionado y lo utiliza desde hace varios años, declaró en Santiago el coordinador general de Participación Ciudadana, Francisco Álvarez Valdez.

En un comentario a una conferencia sobre transparencia en la gestión pública, organizada por la oficina senatorial de Julio César Valentín, Alvarez Valdez dijo esperar que el presidente Danilo Medina no siga ese modelo, para bien de la democracia y del sistema político.

“No quiero terminar mis comentarios sin advertir que la receta balaguerista para alcanzar el poder, o permanecer en él, a través extender la corrupción para que toque a la mayor cantidad posible de personas, se ha consolidado en nuestro país. Los recientes escándalos de funcionarios públicos que reciben pensiones de un órgano público y salarios de otro, evidencia hasta donde ha penetrado este sistema y genera una profunda preocupación”, dijo el principal vocero de Participación Ciudadana.

¿Qué ocurre cuando sin planificación se aumenta el gasto público, sin sujeción al presupuesto aprobado y sin tiempo para organizar concursos?, se preguntó Álvarez Valdez, y a seguidas se respondió a sí mismo:

Respondo esta pregunta que me hago con palabras de la Dra. Ferreira: “la corrupción avanza, la democracia retrocede. La igualdad es reemplazada por el favoritismo, la discrecionalidad, el nepotismo y el clientelismo. El acceso a la información se restringe. La libertad de prensa y de expresión sufre detrimento. Cualquier mecanismo es bueno para lograr el silencio y la opacidad. Los controles pierden autonomía y capacidad. Los mecanismos de participación se transforman en meros esperpentos o son parte de un relato que pretende imponer la idea de una democracia plena”.

Lea a continuación las palabras de Francisco Álvarez Valdez:

Cometarios de Francisco Álvarez Valdez a la conferencia dictada por la Dra. Delia Ferreira Rubio Titulada “Transparencia y Calidad de la Democracia.”

Debo comenzar extendiendo un doble agradecimiento al senador Julio César Valentín: en primer lugar por la valiosa iniciativa de traer a la República Dominicana la voz autorizada de la Dra. Delia Ferreira Rubio para hablar de un tema tan importante para la suerte de nuestro país como es la transparencia, y en segundo lugar por invitarme a comentar la conferencia de la distinguida invitada.

No puedo continuar sin antes agradecer igualmente a la Dra. Ferreira que aceptara esta invitación y acudiera a nuestro país a abrirnos la conciencia con su clara conclusión de que sin transparencia no se puede aspirar a que nuestras elecciones y el ejercicio de cualquier gobierno sean verdaderamente democráticos.

La Dra. Ferreira también ha señalado que para que haya democracia tiene que haber controles y rendición de cuentas y hacerse efectiva la responsabilidad de los funcionarios, lo que de inmediato me lleva a aterrizar estos inequívocos conceptos a nuestra realidad dominicana, y quiero hacerlo relatando algunas historias recientes.

En el año 2002 el PRD en el poder usó y abusó de los recursos del Estado logrando alcanzar 29 senadores de 32 en las elecciones congresuales de ese año. Las patanas recorrían las provincias empobrecidas llenas de materiales de construcción adquiridos con recursos públicos para ser distribuidos en un programa supuestamente asistencialista que para nada creaba desarrollo humano, que por el contrario encadenaba a los beneficiarios a la pobreza de la dádiva sin función, pero que sí otorgaba una clara ventaja electoral gracias un clientelismo puro y duro. Hubo cero transparencia sobre el origen de esos fondos, quiénes los autorizaban, cómo se correspondían con el Presupuesto y Ley de Gastos Públicos. También hubo cero consecuencias pues no se investigaron las claras violaciones a las leyes, como la de Presupuesto, la de Contabilidad Gubernamental, entre otras.

¿Qué ocurre cuando no existe un régimen de consecuencia efectivo? Se repiten los mismos hechos, pero como siempre pasa cuando en las ocasiones anteriores no hubo consecuencias, cada vez en mayor magnitud. Y aquí les relato otra historia, pero que está en curso.

Este año enfrentamos un déficit del gobierno central de alrededor 6.5 % del PIB, y en el sector público consolidado de alrededor de un 8% del PIB, de acuerdo con información oficial. Es cierto que factores como el déficit cuasi fiscal, el subsidio eléctrico y el aumento de los precios del petróleo explican una parte del déficit, pero hubo partidas que exceden los 60,000 millones de pesos que solo tienen la misma explicación de lo ocurrido en el 2002, pero ahora bajo otro partido: el clientelismo puro y duro. Y estos son hechos probados, explicados por Temistocles Montas con el argumento de que el presidente saliente quiso terminar las obras que había comenzado, a pesar de que los montos que hubo de invertir para alcanzar esa meta no estaban presupuestados para este año.

Tuvimos que esperar que se instalara un nuevo gobierno, aunque del mismo partido, para conocer cómo iban las finanzas públicas este año, en una clara muestra de ausencia total de transparencia del gobierno saliente. Bastaba con saber los resultados del primer trimestre del año, para saber que nos dirigíamos a un enorme hoyo, que en palabras del Ministro de Planificación, Economía y Desarrollo, Temistocles Montas, no tiene comparación en tiempos recientes. Pero se ocultó la información y no se pudo ejercer el control social constitucionalmente establecido para detener una gran insensatez que además constituía una clara violación a una serie de nuevas leyes aprobadas por el actual congreso nacional: desde la Constitución de la República, particularmente en sus artículos 146 que proscribe todo tipo de corrupción y 238 que establece los criterios para la asignación del gasto público, hasta leyes adjetivas como las No. 423-06 sobre Presupuesto, No. 340-06 de Contrataciones de Bienes, Obras y Servicios, No. 5-07 sobre Sistema de Administración Financiera del Estado, No. 494-06 sobre Organización del Ministerio de Hacienda, No. 498-06 sobre Planificación de la Administración Pública, No. 567-05 de Tesorería Nacional, No. 10-07 del Sistema Nacional de Control Interno y de la Contraloría, No. 6-06 de Crédito Público, No. 41-08 de Función Pública, entre otras.

Todas estas leyes contienen disposiciones para evitar que situaciones como la que hoy padecemos ocurran, pero la falta de transparencia impide que se identifiquen las acciones que constituyen violaciones a tales leyes y sobre todo quiénes son los funcionarios responsables, paso previo en cualquier régimen de consecuencias.

¿Qué ocurre cuando sin planificación se aumenta el gasto público, sin sujeción al presupuesto aprobado y sin tiempo para organizar concursos? Respondo esta pregunta que me hago con palabras de la Dra. Ferreira: “la corrupción avanza, la democracia retrocede. La igualdad es reemplazada por el favoritismo, la discrecionalidad, el nepotismo y el clientelismo. El acceso a la información se restringe. La libertad de prensa y de expresión sufre detrimento. Cualquier mecanismo es bueno para lograr el silencio y la opacidad. Los controles pierden autonomía y capacidad. Los mecanismos de participación se transforman en meros esperpentos o son parte de un relato que pretende imponer la idea de una democracia plena”.

No hay duda de que en nuestro país falta control. El que no ejerce el Congreso Nacional, a pesar de ser una de sus dos funciones esenciales. El que no ejerce eficientemente la Cámara de Cuentas, que oculta sus auditorías por años, el que no ejerce la Contraloría General de la República. Nuestra disertante nos ha señalado que “El control es indispensable para poner en marcha la responsabilidad de los servidores públicos. Esa responsabilidad exige, por un lado, la rendición de cuentas y, por otro, la asunción de las consecuencias de la inconducta.” Con respecto a este último tema, el de las consecuencias que deben derivarse de las inconductas, podemos comentar el triste papel jugado por el Departamento de Persecución de la Corrupción Administrativa (DPCA). En un estudio de Participación Ciudadana se informó al país que en veinte años solo un funcionario público fue condenado por sentencia definitiva, y posteriormente fue indultado.

La corrupción ha crecido sencillamente porque no ha habido voluntad política para combatirla y lo que se ha impuesto es la impunidad, que es la enemiga pública número uno de la transparencia. ¿Y qué ocurriría si el régimen de consecuencias operara eficientemente? Dejemos que sea otra de nuestras historias la que ofrezca la respuesta, la de los fraudes bancarios del 2003, que nos han dejado una gran lección: hoy el sistema bancario dominicano se encuentra en mejores condiciones que en muchos países más desarrollados que el nuestro, sencillamente porque diez banqueros fueron condenados de manera definitiva por aquellos fraudes, y algunos de ellos aún guardan prisión. La situación del sector público es diametralmente diferente, y lastimosamente ocupamos el lugar 142 de un total de 142 países en el renglón de despilfarro del gasto público en el Reporte Global sobre Competitividad del año 2011 del Foro Económico Mundial, sencillamente porque en nuestro país no ha habido consecuencias para los responsables.

La Dra. Ferreira también nos ha indicado en cierta forma que lo que ocurre en nuestro país no es solo responsabilidad de los que nos han gobernado sino también de la ciudadanía. Nos ha explicado que la transparencia requiere un compromiso de participación ciudadana y que es indispensable generar una demanda de transparencia que se traduzca en el voto popular. Nos dice que el “Roban, pero hacen” no puede seguir siendo el justificativo para tolerar la corrupción.

No quiero terminar mis comentarios sin advertir que la receta balaguerista para alcanzar el poder, o permanecer en él, a través extender la corrupción para que toque a la mayor cantidad posible de personas, se ha consolidado en nuestro país. Los recientes escándalos de funcionarios públicos que reciben pensiones de un órgano público y salarios de otro, evidencia hasta donde ha penetrado este sistema y genera una profunda preocupación.

Mantenemos nuestra esperanza de que en este nuevo gobierno del presidente Medina la transparencia comience a abrirse paso y poco a poco produzca el efecto descrito por la Dra. Ferreira de mejorar la calidad de nuestra democracia.

Muchas gracias.

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