Las intervenciones de Estados Unidos en Irak y Afganistán se han empantanado por diseñar objetivos demasiado ambiciosos. En Siria, Rusia ha sido más humilde en sus metas y, por eso, está ganando influencia en la región, opina el periodista Howard LaFranchi.
En un reciente artículo, el periodista recuerda que, cuando el presidente, Vladímir Putin, dio la orden de enviar las fuerzas rusas a Siria para apoyar al Gobierno de Damasco, el presidente de EEUU, Barack Obama, predijo que los rusos terminarían atrapados «en un pantano».
Pero, hoy día, lejos de estar empantanada, Rusia parece haber restablecido su influencia en la región, pone de relieve LaFranchi.
«Todos entienden que ha habido un cambio significativo en Oriente Próximo, que los rusos han recuperado su rol y que hay que tenerlos en cuenta», dice Nikolái Gvózdev, analista del Colegio de Guerra Naval de Newport (EEUU).
Además de ayudar al Gobierno de Bashar Asad a recuperar territorios que muchos consideraban irreversiblemente perdidos, Rusia ha consolidado su estatus en la región, ganando influencia tanto en Irán y Turquía como en Arabia Saudí e Israel, indica LaFranchi.
Según el autor, esto se debe en parte a que bajo la administración de Obama, EEUU ha cambiado su enfoque desde Oriente Próximo, en donde tenía una postura indiscutible durante las últimas décadas, hacia la región asiática. Este ‘vacío’ lo llenan ahora potencias como Rusia.
La estrategia de EEUU siempre ha sido «grandiosa», destaca el artículo. El país norteamericano buscaba no solo acabar con la guerra, sino también emprender «la construcción de una nación». Pero al declarar una meta y fracasar en lograrla, resulta en una derrota, comentó Gvózdev.
A diferencia de Washington, Moscú ha sido capaz de establecer límites a sus objetivos y alcanzarlos, además, enviando mensajes de que «la Rusia de Putin es un aliado leal (…) y un apoyo fuerte y eficaz para sus amigos», concluyen los expertos entrevistados en el artículo.
