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No lloramos por ti, Reino Unido

Reina Isabel II
Written by Debate Plural

Debateplural.com, comparte con sus lectores el artículo de Patricia Lee Wynne, titulado “No lloramos por ti, Reino Unido”, publicado en el portal Sputniknews.com, en fecha 28 del mes de junio de 2016.

América Latina no debe derramar ni una lágrima por el Brexit.

El influyente diario The New York Times, que refleja las preocupaciones de los poderosos de Estados Unidos, se preguntó, después del triunfo del Brexit: “¿Se está deshaciendo también el orden mundial post-1945 impuesto por Estados Unidos?”.

Nadie como los propios afectados para expresar mejor las graves consecuencias del Brexit, que, en palabras de la publicación, puede llevar a la desintegración de la UE, lo cual sería “un desastre geopolítico para Washington”.

Mientras la maquinaria mundial de propaganda, de derecha y de izquierda, se ha puesto en movimiento para describir las plagas que caerán sobre la Tierra tras el muy comprensible NO del exhausto pueblo británico a continuar en la Unión Europea, tras años de recesión y crisis, es necesario hurgar un poco más profundo, para comprender las consecuencias que tendrá el Brexit en América Latina y los países en desarrollo.

La ‘Pax Americana’ de posguerra se mantuvo gracias al Plan Marshall de recuperación de Europa, base de lo que es hoy la Unión Europea, y a la creación de la OTAN. Ambos presupuestos suponían una presencia económica y militar permanente de Estados Unidos en el Viejo Contiente, operada desde el majestuoso portaviones real, el Reino Unido, y de la City de Londres.

Con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y un papel clave en el FMI, el Banco Mundial y la OTAN, el Reino Unido ha sido el fiel soldado de Estados Unidos dentro de la UE. Por eso, el diario neoyorquino concluye que ahora los funcionarios de Washington tienen que buscar “una forma de reemplazar a su socio más confiable en las capitales europeas”.

No olvidemos los favores mutuos: la mano salvadora de Estados Unidos a Gran Bretaña en 1982, cuando, en plena Guerra de las Malvinas, Ronald Reagan acudió en auxilio de Margaret Thatcher, proveyendo combustible a los aviones ingleses para recorrer 12.500 kilómetros y recuperar las islas, aún a costa de romper la OEA y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que obligaba a Estados Unidos a apoyar a la Argentina, en caso de guerra con una potencia exterior.

Tony Blair devolvió el favor en 2003, al mentir sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, para justificar la invasión de ese país. Y fue la punta de lanza de la campaña militar contra Libia y el asesinato de Gaddafi en 2011, y acompañó a su socio del Pentágono en Afganistán en 2001, manteniendo una ocupación de 13 años, y se sumó, en fin, a cuanta campaña militar emprendió Estados Unidos.

No menos grave es el retroceso del Reino Unido, que puede terminar reducido a una “pequeña Inglaterra”, terminando con 300 años de historia imperial. Es una paradoja que, al cumplirse cien años del Levantamiento de Pascua, cuando las tropas de Londres hicieron correr la sangre por las calles de Dublín para impedir una Irlanda independiente, el propio pueblo inglés haya dado el paso que puede llevar a la salida de Irlanda del Norte del Reino Unido y a la unificación de la isla, esa aspiración por la que Bobby Sands murió en la cárcel de Margaret Thatcher en 1981. Ya el jefe del Sinn Féin en el norte informó que buscará un referéndum para unirse a Irlanda, mientras que en Escocia, que realizó un referéndum para salir del Reino Unido en 2014, la primera ministra anunció que se preparará para repetirlo.

España verá reforzadas sus pretensiones para recuperar el peñón de Gibraltar, un pedazo de tierra ibérica que sigue siendo, de manera inadmisible, posesión británica, en pleno siglo XXI.

Preocupados están los kelpers de las Malvinas, que Thatcher se empeñó en mantener bajo su dominio con una sangrienta guerra que dejó 650 muertos argentinos, y donde la OTAN estableció la base militar más poderosa en el Atlántico Sur: el 95% de las exportaciones pesqueras de las Malvinas, que constituyen el 60% de su PIB, va a países europeos, y eso sin contar los jugosos subsidios de la UE.

El Brexit es un claro golpe a la OTAN, al retirarse de la UE el país con algunas de las más poderosas bases militares de Estados Unidos en el mundo. La OTAN no ha frenado su vértigo expansivo, a pesar de haber prometido en 1990 a Mijaíl Gorbachov que nunca se ampliaría hacia el este de Europa, a cambio del acuerdo soviético para la unificación de Alemania.

Cuando los misiles atlánticos llegan a las puertas de Rusia, y las protestas de Rusia por ese avance agresivo son desestimadas, el Brexit debilita uno de los pilares de esa ofensiva.

¿Qué pasará con el ejército inglés, si los escoceses salen? ¿Qué pasará con las bases de los misiles nucleares Trident en Escocia? ¿Y con el MI-6 y la inteligencia británica? En sus palabras rebuscadas, el NYT lo reconoce: “La pérdida de la fuerte voz británica en Europa llega en un momento muy malo: cuando los EEUU y sus aliados discuten cómo manejar una Rusia revanchista y revigorizar la OTAN”.

¿Qué pasará con la City, cumbre de las finanzas mundiales? Ya se sabe que el capital no tiene patria y que se alista para huir despavorido y desembarcar en otras plazas al olfatear el peligro.

El Brexit, con todas sus consecuencias de debilitamiento de la UE, de la OTAN, de la City y del Reino imperial, no es una mala noticia para América Latina, a pesar de las fuertes turbulencias que nos esperan. Desde que el corsario Francis Drake cañoneó las murallas de Cartagena en 1586, hasta que en 1982 Margaret Thatcher dio la orden inmisericorde de hundir el Crucero General Belgrano matando 323 jóvenes soldados, nada bueno le debemos a Su Majestad.

Un analista argentino escribió en el diario Clarín de Buenos Aires que estamos ante un “cisne negro”, la expresión del egipcio Nassim Taleb, para explicar el alto impacto de eventos extraordinarios por fuera de las expectativas normales. Si bien todos los cambios súbitos provocan temor, estremecimiento y sufrimientos, el derrumbe de la ‘Pax Americana’ no es un motivo de llanto para América Latina y los países que han sufrido las invasiones, las sanciones, el espionaje y los chantajes financieros del Reino Unido y de su patrón.

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