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Hacia dónde va la República Dominicana III

Written by Debate Plural
Danilo Medina y Leonel Fernandez

Danilo Medina y Leonel Fernandez

Por: Odalís G. Pérez (Investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo). 

¿Cómo ha pensado el actual gobierno la República Dominicana de hoy?  El gobierno de turno ha imaginado el país a partir de un diseño político absolutista y despótico.  El “programa” actual de sus actores no es solo el de la simple reelección, sino el de la apropiación de todo lo que esté bajo su tutela corporativa.  No importa la cantidad de dinero que haya que invertir para comprar cédulas y votos en un proceso tan bochornoso como el que acaba de concluir, pues el mismo tendrá que pagarlo el ciudadano bajo la trampa de todos los impuestos que vendrán con la perversa y criminal reforma fiscal. 

Lo que hemos visto hasta ahora es el aniquilamiento progresivo de nuestra memoria cultural por parte de un Estado-partido, cuya finalidad es la de mantener una empleomanía cultural y corporativa sujeta a los caprichos de una nómina amenazante de la integridad de la familia dependiente de la misma.

El intelectual denominado de Estado es un “humano” con necesidades individuales, sociales, biológicas, pero también morales;  la doxa crítica sobre el intelectual y la cultura ha sido históricamente cambiante, básicamente desde los estados variables de la última modernidad o altomodernidad.  Cierta visión del modernariato actual facilita los datos para una descripción y caracterización de la cultura, la intelectualidad y su funcionamiento en el biocapitalismo de comienzos del siglo XXI.

El hecho de que cierto funcionariado cultural se haya “metido” a político de ocasión y “oportunidad” se hace cada vez más visible y “gráfico” si atendemos a las declaraciones y presentaciones de núcleos de escritores, artistas, supuestos gestores y emprendedores institucionales, adeptos y adictos al sector político del gobierno y “fabricadores” de políticas de concentración de poderes culturales con ambiciones ya conocidas por la ciudadanía.

Con semejante camada de oportunistas que ya tienen su propio mapa de nombramientos, puestos o cargos en el país o el exterior y que desde hace meses mantiene una rebatiña por cargos “imaginarios” en España, Francia, Uruguay, Estados Unidos, Chile, Argentina y otros lugares, ¿hacia dónde va la República Dominicana?

El encuadre anterior, bastante espinoso, por cierto, admite una reflexión orientada a una transformación social desde la cultura y la educación motivada también por una visión donde el rol de cierta clase “pensante” se expresa mediante una función realmente negadora, desintegradora de derechos sociales, morales y sobre todo, deformadora de una consciencia que debe fundarse en la libertad de pensamiento crítico y de nuevos valores que propicien un verdadero desarrollo cultural.

Exhibir un neoconservadurismo cínico, oficialista y corporativo de corte despótico, forma parte de un escenario totalitario como el visible y padecido por el pueblo dominicano entre 1930 y 1961, bajo lemas de prosperidad, educación, estabilidad, progreso, desarrollo y toda una visión de poder concentrada en un vocabulario político y  en la fuerza de un diseño persecutor que obliga al ciudadano a “obedecer” la obsesión de una tribu instalada en el Estado, bajo una planificación de poderes absolutos.

El aparato visible que gobierna hoy el país bajo una gramática política de corrupción, autoritarismo, apropiación de poderes y violaciones a la integridad de los derechos ciudadanos, se perfila como una dictadura que quiere ir más allá de 30 años, donde una sociedad “intervenida”, “desarmada” moral y políticamente por un partido prodictatorial desajusta, quiebra y niega la memoria identitaria del país.

El Estado dominicano ya tiene nombre y hombre. “El estado soy yo”.  Este conocido lema arrojado al mundo europeo y colonial como concentración de una praxis absolutista de un mandatario francés, ha dado frutos políticos y gubernamentales en esta ínsula de los mil demonios históricos y políticos.

Es importante destacar que en toda la narrativa política de los últimos doce años, hemos tenido la constante visión de un Estado desarrollista en la peor acepción y uso de este concepto.  La historia reciente de la cultura política dominicana nos muestra las peores imágenes de vida y mundo social que hemos tenido tanto en el siglo XX así como en todo lo que hasta ahora va de siglo XXI.

La farsa trágica y política activada y representada hoy como parte de una violencia social y estatal es el resultado de los fracasos sociales y culturales que ha vivido históricamente lo que hasta ahora se ha llamado el pueblo dominicano.  El sistema de control, información y dominación que exhiben los nuevos y viejos medios de comunicación, han domesticado al ciudadano o sujeto público dominicano.

El mismo concepto de ley que rige el país, utilizado  como forma y contenido por los actuales actores políticos del gobierno, resulta de un monstruoso fracaso histórico-cultural, toda vez que las corporaciones que hoy se han apropiado del Estado han desmantelado también los derechos democráticos del país y los han cambiado a favor de sus intereses de poder.

La radiografía política de un país “retenido” por un gobierno absolutista y absorbente de los derechos y de la misma constitución usada como pretexto para manumitir a la población, anuncia un locus totalitario de visibles consecuencias sociales que veremos a corto, mediano y largo plazo.

Tanto el sistema judicial, como el gubernamental regido por leyes que son papeles, papeles y formas sin reales contenidos; estrategias favorecedoras del caos político y social constituyen los elencos negadores de una personalidad cultural y una memoria identitaria del país, de suerteque el mismo sistema genera sus límites, obstrucciones y fuerzas destructivas  de la soberanía y las propias raíces nacionales.

De ahí que la dominación política neoliberal en su variante gubernamental actual, “desarrolle” todas sus tácticas y estrategias de poder instruidas con propósitos devastadores, ajustados a coyunturas  y estructuras donde la corrupción, los mecanismos de coerción, los usos autoritarios y las “construcciones” de una nueva clase dominante coherenciada por el abuso de poder, se manifiesten como un nuevo orden político nacional.

 

 

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  • Los países y las aldeas siempre tienen dueños y estos cambian de época en época. Estos dueños, frecuentemente, no son visibles a los pueblos; pero conducen su destino a los lugares que convienen a los intereses de esos dueños, y el tiempo es un aliado precioso para lograr sus objetivos. Dilma fue votada por 54 millones de cabezas de brasileños para gobernar por 4 años consecutivos, sin interrupción; sin embargo, hoy se le ha suspendido por causa de un juicio político. Y es que los dueños cuentan con un privilegio que no puede ser sojuzgado. La República Dominicana-si algo de república le queda-está obligada a acatar la regla de los dueños a los fines de preservar la paz y el lento progreso de la gente. ¿Hacia dónde va la R.D.? Se trata de una pregunta que se viene haciendo desde 1863, y nadie ha sido capaz de dar la respuesta antes de que sucedan los acontecimientos. ¿Por qué no? Porque se trata de una pregunta que promueve una adivinanza, y no una investigación seria de fenómenos, de aspiraciones y de medios eficaces para definir el espíritu verdadero de nuestro conglomerado humano. 21.05.2016/3:10 p.m.

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