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Carta del embajador de Haiti prueba el desprecio de las élites haitianas hacia su propio pueblo

Written by Angel Moreta

Por: Angel Moreta

 

En fecha 25 de julio del corriente año 2015, el que en ese momento era embajador de Haití en República Dominicana, el cientista social y político Daniel Supplice, envío una carta al Presidente Michel Martelly, con fecha del 21 de julio último, que provocó su destitucion al día siguiente.

El ahora ex embajador haitiano Daniel Supplice le escribió al mandatario haitiano con valentía inusual, amor a la verdad y arrojo titànico. En esa comunicación trató las causas de la crisis entre ambos pueblos, los obstáculos, los inmigrantes en República Dominicana, el tratamiento del gobierno dominicano a sus compatriotas, los servicios en estudios y salud; y lo más importante señaló el descuido y la desidia del gobierno de Martelly para ayudar a la legalización de su estatuto migratorio.

El experimentado diplomático cayó en desgracia al exponer al presidente haitiano, el drama social y humano prevaleciente en Haití en relación al problema de la identidad del pueblo haitiano, enfatizando en que el Estado de ese país no ha podido y no ha querido desde hace 211 años, entregarles a los ciudadanos haitianos sus actas de nacimiento que les permita probar que ellos tienen existencia. 

Michel-Martelly presidente de la Repùblica de Haiti

Michel-Martelly presidente de la Repùblica de Haiti

A continuación el texto de la referida comunicación, pero antes nos vamos a referir brevemente a la conducta y el proceder egoísta, inhumano y oportunista de las élites mulatas que históricamente han ostentado el control del poder político, del comercio consignatario, del contrabando, los negocios sucios, el lavado de capitales, obtenidos en forma cuestionable.

En ocasión anterior, hemos escrito sobre las élites egoístas y contradictorias haitianas, que tienen una mentalidad neocolonial con su propio pueblo. En esa oportunidad tratamos de hacer una caracterización sociológica y antropológica de dichas élites; y prometemos que continuaremos trabajándola y profundizándola en el futuro mediato e inmediato, porque se trata de una vertiente no explorada en cuanto al conocimiento  y la investigación en República Dominicana.

Lo que dijimos hace un tiempo

A continuación transcribimos unos párrafos del contenido de lo que escribimos sobre este tema:

1) Las élites haitianas, ameritan ser denunciadas en el mundo por sus practicas políticas egoístas; saquean cotidianamente al pueblo haitiano que hoy sobrevive en medio del flagelo de la miseria y el hambreEsas élites y grupos comerciantes y políticos, hacen negocios de importación de alimentos desde Miami, Puerto Rico y otros lugares de Estados Unidos; trafican con mercancías y comestibles desde la República Dominicana, formando emporios comerciales orientados a la especulación, el dumping y el agiotismo, con la participación y la complicidad de las altas esferas gubernamentales haitianas, las cuales depositan fondos y capitales que obtienen de prestamos y donaciones internacionales; y las depositan y protegen en bancos europeos, norteamericanos, de Gran Caimán y República Dominicana, con la protección cómplice de los países capitalistas hegemónicos de economías neoliberales.

2) Son grupos de expoliadores y embaucadores, que extraen la sangre del pueblo haitiano día tras día; la mayoría de esos grupos económicos y políticos,  duvalieristas y ex-duvalieristas, pero en todo caso parte de la clase dominante haitiana, son grupos de funcionarios y comerciantes corruptos que viven de las consignaciones y del contrabando (buorguesie consignataire), y tienen mansiones y villas en Bávaro, provincias La Romana e Higuey, República Dominicana, haciendo también negocios, muchos de ellos fraudulentos y lesivos a la dignidad de la República Dominicana; y ofensivos a la seguridad y tranquilidad del pueblo haitiano.

3) Negocios ambiguos, sucios o espùreos, pero que en todo caso les producen enriquecimiento ilícito, todos contra el pueblo y la nación de Haití, que merecen mejor suerte frente a la malicia, la avaricia y la ambición política y económica de estos grupos mafiosos.

Esta caracterización sociológica debemos trabajarla y profundizarla en ayuda de la suerte del pueblo haitiano trabajador, en un gesto de solidaridad, y para transparentar ante el mundo las causas por las cuales ese pueblo se mantiene en el estado catastrófico en que se encuentra desde hace 200 años.

A continuación la carta histórica de Daniel Supplice

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA DE HAITÍ SANTO DOMINGO, R.D. (Santo Domingo, 21 de julio 2015)

SU EXCELENCIA  MICHEL JOSEPH MARTELLY,

PRESIDENTE DE LA REPUBLIQUE DE HAITI

Señor Presidente, Después de haber tenido durante noventa y dos (92) días con honor, respeto, conciencia y patriotismo la enseña bicolor nacional en el territorio de Duarte, Sánchez y Mella (sic.), hoy tengo el honor de presentarle sin mácula en estos pliegos gloriosos el sentimiento patriótico de haber tratado de ser útil.

Le ruego que crea que la decisión de hacer este gesto simbólico no es ni el resultado de una emoción pasajera ni un cálculo interesado en ver una agenda vergonzosa.

El hábito de instrucciones claras y precisas, coherentes y en armonía con las reglas del juego de la diplomacia y la ética en la administración pública terminaron por hacer de mí (después de todo este tiempo) un cuadro ansioso de resultados y que sobre todo toma en cuenta el peso de la realidad objetiva de las cosas y las relaciones.

Es con calma, sabiduría y perspicacia que se resuelven los conflictos entre Estados.

La gestión de las relaciones entre Haití y la República Dominicana exige de los diferentes actores una actitud, racional, razonable, donde no caben el amateurismo y la improvisación.

La República Dominicana es un vecino con el cual estamos condenados por la geografía a vivir juntos a pesar del desarrollo desigual que acompaña a un diferencial marginal de acceso a bienes y servicios.

Le escribí varias cartas que lamentablemente han quedado sin respuesta, y en mi último informe del 14 de julio, tomé la precaución de reiterarle la urgencia de que la diplomacia haitiana tenía que gestionar la crisis no sólo en la lógica de la de los intereses nacionales, sino también de favorecer el diálogo constructivo.

Es responsabilidad del embajador de Haití en República Dominicana velar porque persista el equilibrio entre el respeto a nuestra dignidad como pueblo, nuestros valores, nuestros hábitos y costumbres, mientras de manera realista se mantiene abierta la puerta del diálogo. ¿Sabe Ud. por qué? Porque mientras usted lee estas líneas: a) miles de nuestros hermanos y hermanas siguen cruzando la frontera “anba fil” [por debajo de los alambres] en la búsqueda de un bienestar; b) decenas de mujeres y adolescentes haitianas paren cada día a sus hijos en los centros hospitalarios dominicanos; c) 44,310 jóvenes asisten a universidades estatales y centros académicos privados, sin olvidar a los que viven en la frontera, que van a las escuelas primarias y secundarias en territorio dominicano por la mañana y regresan por la tarde a Haití:d) muchos de ellos que, de regreso voluntariamente a su país por numerosas razones en estos últimos días, planean regresar para retomar el “trabajo” que abandonaron y donde cuentan con ellos: e) cientos de miles más están esperando en vano por los documentos prometidos y que les habrían permitido regularizar su estatus migratorio.

¡Esa es también la otra cara de la realidad que tenemos la responsabilidad de manejar! En doscientos once años no hemos tenido éxito en reducir las diferencias socioeconómicas o atenuar la espinosa cuestión del color. Tampoco hemos logrado entregarles a nuestros ciudadanos un acta de nacimiento que pruebe que ellos existen y crear una situación interna que habría evitado que millones de haitianos y haitianas salieran del país a cualquier precio y, a veces, en cualquier condición. Si no aceptamos el hecho de que exis- te un problema, no habrá solución.

Señor Presidente:
Yo entiendo a Haití en la lógica de su pasado, en los meandros de su historia, en sus pasos en falso, con sus estados de ánimo, sus ambiciones, pero sobre todo con sus deficiencias, debilidades, limitaciones y decepciones.

Conozco también a nuestros hermanos y hermanas con su amor por la vida, su amor a la Patria, el respeto hacia los Padres Fundadores, el orgullo de ser afrodescendientes, pero también con su desdén por la verdad y la actitud a menudo irresponsable en el manejo de la res pública.

Usando una metáfora que usted comprenderá, aquellos que viajan en el “har” temprano no lo dejan hasta el final. Yo generalmente hago el recorrido hasta el final, pero algunos contratiempos a veces me obligan a un cambio de itinerario para evitar cualquier desafortunado juicio de la historia.

Señor Presidente:
El país espera que usted sea firme y que no sea prisionero de relaciones pasadas o consejos que vienen de fuentes sospechosas. El pueblo le tuvo confianza al permitirle acceder a la más alta magistratura del Estado.

Por lo tanto, cuenta con usted.

No soy el primer embajador de Haití en República Dominicana a recordar, pero espero ser el último en evitar que precisamente al otro lado de la frontera se siga creyendo que si la derrota de la inteligencia parece ser la constante nacional, el fracaso de la política parece serlo también.

Así que regreso a casa, para reunirme con los miembros de mi familia, reencontrar el calor de mis relaciones, revivir esta cultura que me impregna, mientras espero lo mejor para Haití.

Representar y servir a Haití en la República Dominicana ha sido un gran honor para mí.

Reciba, Señor Presidente, mis muy patrióticos saludos,

Daniel Supplice.-

 

 

About the author

Angel Moreta

Angel Moreta, jurista, sociólogo, y filósofo; Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), República Dominicana, Autor-Editor de Debateplural.

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